Opinión

Laporta hace un Feijoo

El presidente azulgrana gana tiempo, pero ya se ha visto que las mentiras caducan

El presidente del FC Barcelona Joan Laporta y el director deportivo blaugrana Deco / JAVIER FERRÁNDIZ

Este artículo no es mi punto de vista, subjetivo y sesgado, mucho respecto a este mandato. Haciendo caso omiso a Ferran Adrià, que dice que crear no es copiar, he copiado y pegado a capazos, a muchos de los periodistas que analizaron la rueda de prensa de Jan Laporta. Con ello he hecho un puzzle, compactando sus textos en forma de relato. Debo reconocer que he sucumbido a añadir alguna puntilla mía, la encontrarán entre paréntesis. 

Jan está exultante y considera que no lanza proclamas frívolas, porque él lo vale. Como que la mejor defensa es un buen ataque, dice: “Estamos más fuertes que nunca”. Lo maravilloso de Laporta es el dominio del arte del faroleo, fiel a su estilo del que vende optimismo (¿humo?), sin pestañear. Según el presidente, todo lo que está viviendo el Barça besa lo sublime. En su opinión “el club va viento en popa” (me relatan la perplejidad de la tribuna en ese momento).

Aunque lo único que chirria es tratar de tontos a los socios (algunos estoy seguro que les gusta). La rueda de prensa hizo énfasis en una recuperación económica ficticia. Si las cuentas no son mejores es porque no ha querido, a pesar de que los números no cuadran y está en riesgo la salud del Barça, una vez apuradas todas las palancas y las hipotecas, sigue faltando el mismo dinero de siempre (veremos cómo lo explica sin Romeu). El triunfalismo en lo económico lo sustenta en que se ha ingresado más de lo que se ha gastado, olvida que, para conocer la situación real de una empresa, hay que acudir al balance y no a la cuenta de explotación (aún no hemos visto ni la una, ni la otra). 

Chutar el balón adelante

Recordó que el Spotify Camp Nou es casi una realidad (pasen por Aristides Maillol y vean). La hoja de ruta de Laporta desde su regreso ha estado presidida por el mercadeo (más de veinte fichajes, la mayoría efímeros). Siempre gana tiempo, pero ya se ha visto que las mentiras caducan. Si algo ha tenido es capacidad de funambulismo, con gran capacidad para siempre caer derecho, en los momentos de más dificultad. Parece sentirse más a gusto que nunca en un cargo que ha diseñado a su medida y que apenas necesita de compañía después de la salida del club de centenares de ejecutivos y los principales directivos llegados con él (la última, Sor Lucía Caram, que dice que hay líneas rojas no se pueden pasar, amén). 

Ya basta de chutar el balón adelante. El presidente ya ha demostrado que sus promesas son disparos al aire. Dice que firmará con Nike el mejor contrato del mundo del fútbol, cuando en marzo era partidario de romperlo. Aseguró que el club iba a fichar a Nico Williams, ahora no era una prioridad deportiva. Olmo no jugó las dos primeras jornadas porque no hacía falta, no por la regla del 1:1, que si hubieran querido, la habrían conseguido. La salida de Gündogan resulta es una decisión deportiva. Incluso es capaz de afirmar que la Superliga “sigue en su estado”” (¿qué estado?)

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Como ser y vivir el Barça es cuestión de fe, habrá quien le crea y otros que consideren que no dice la verdad ni al médico (eso le preguntaría a su doctor). Cuando Toni Freixa te elogia y te pone buena nota, tiembla.