PODOLOGÍA

Si tienes el segundo dedo del pie más largo que el gordo podrías padecer esta enfermedad

Esta alteración en los dedos de los pies es más habitual entre mujeres

¿Tienes el segundo dedo del pie más largo que el dedo gordo? Podrías padecer esta enfermedad. / Racool Studio. Freepik.

No hay dos pies iguales. Los hay más delgados, más anchos, con distinta curvatura en el empeine y con dedos más o menos largos. Pero hay un detalle en el que convendría fijarse y es si nuestro segundo dedo del pie es más largo que el dedo gordo. ¿Por qué? Pues porque si esto ocurre tenemos más probabilidades de sufrir la enfermedad de Freiberg. 

Como explican los especialistas del Ilustre Colegio Oficial de Podología de la Comunidad Valenciana (ICOPCV) la enfermedad de Freiberg es una necrosis avascular del segundo metatarsiano habitualmente, que se aplana, pierde su forma correcta y dificulta el riego sanguíneo en la zona. 

Como consecuencia de ello, el paciente con esta alteración en los pies puede sentir dolor en el antepié al caminar o correr e inflamación en la zona

Esta alteración en los dedos de los pies es más habitual entre mujeres. / Kinderradiologie Olgahospital Klinikum Stuttgart. Wikimedia Commons.

Una enfermedad más común entre las mujeres

“El origen exacto de la enfermedad es desconocido. No obstante, la hipótesis más extendida es que la enfermedad se produce por microtraumatismos de repetición sobre la cabeza del segundo dedo del pie produciendo un colapso de los vasos sanguíneos que produce la necrosis avascular”, explica Jorge Escoto, especialista en podología y miembro de la junta directiva del ICOPCV. 

La enfermedad de Freiberg suele aparecer durante la pubertad

Entre las particularidades de esta patología podal el Colegio de Podología de la Comunidad Valenciana indica que es más común en las mujeres que en los hombres. Y suele aparecer durante el brote de crecimiento en la pubertad y “cuando hay un acortamiento gemelar y marcha en puntillas”. 

Además del género, los especialistas señalan otra serie de factores que puede contribuir al desarrollo de la Enfermedad de Freiberg, como practicar deportes que supongan un gran impacto en los pies, como por ejemplo bailar, correr o saltar. Todas estas actividades son realizadas con mucha frecuencia “favorecen el colapso óseo”.  

Actividades como bailar favorecen la aparición de esta dolencia. / Pressfoto. Freepik.

Tratamiento y consejos para la enfermedad de Freiberg

Por la hinchazón y el dolor, en algunas ocasiones esta patología puede confundirse con la artrosis. Para determinar que se trata, “además de la exploración solemos necesitar la realización de radiografías. Una vez confirmado que estaríamos ante la Enfermedad de Freiberg, el tratamiento podológico consiste en la realización de un estudio biomecánico, estudio de presiones plantares y la confección de soportes plantares para descargar la zona metatarsal afectada”, explica Jorge Escoto.

Para la necrosis, los podólogos recomiendan el uso de zapatos con una suela que tenga buena capacidad de amortiguación

Una vez que sabemos que nuestro segundo dedo del pie está afectado por esta necrosis, además de utilizar las plantillas determinadas por el especialista, los podólogos señalan algunas recomendaciones, como el uso de zapatos con una suela que tenga buena capacidad de amortiguación. En este caso, el objetivo es evitar la deformidad permanente de la cabeza metatarsiana intentando preservarla anatómicamente. 

La Enfermedad de Freiberg provoca dolor e inflamación. / Freepik.

Además de los soportes plantares, el representante de ICOPCV señala como “en algunos casos, se han de pautar analgésicos o realizar infiltraciones con corticoides y anestésico local. También puede requerir la inmovilización con yeso o con bota, muletas y descarga completa. Además, si el tratamiento conservador fracasase, se podría llegar al tratamiento quirúrgico, pero no es lo más habitual”, ha continuado Jorge Escoto.  

Y aunque no es una enfermedad grave, si que es conveniente tratarla correctamente ya que, de no hacerlo, se podrían producir secuelas. Las más habituales son el desarrollo de artrosis de la articulación metatarsofalángica, sufrir una metatarsalgia crónica, provocar la rotura de la placa plantar, la deformidad del dedo (dedo en garra o martillo) o artritis.

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