El partido más triste
El modélica respuesta de la afición no fue suficiente para levantar el ánimo de unos jugadores que afrontaron el duelo contra el Bayern deprimidos
El equipo no estuvo a la altura de las circunstancias y lo que empezó mal con la victoria del Inter acabó con una nueva lección de fútbol bávara
El Camp Nou acogió uno de los partidos más complicados de la historia del club. El Barça saltó al Estadi para dirimir su duelo con el Bayern sabiendo que su camino en la Champions League había llegado a su fin por segunda temporada consecutiva. La cara de los futbolistas blaugrana cuando entraban en el túnel de vestuarios era todo un poema. El Inter había resuelto por la vía rápida su partido contra el Viktoria Plzen, dilapidando las remotas esperanzas que se había hecho el barcelonismo.
Mentalmente era muy difícil afrontar un encuentro de este nivel sabiendo que el resultado no servía para nada. Era difícil para los futbolistas. Y era difícil para una afición que se había ilusionado con el nuevo proyecto que está construyendo Xavi Hernández. Pero la afición estuvo a la altura.
El barcelonismo volvió a responder con esa fe y fidelidad que siempre les ha caracterizado. Primero llenando las gradas del Camp Nou. Nada más y nada menos que una asistencia de 84.016 espectadores. Y después recibiendo con una atronadora ovación al equipo cuando saltó al césped a calentar. El culé sabía que era momento de estar al lado de sus futbolistas, de intentar levantarles la moral y transmitirles que a pesar de la monumental decepción que supone quedar fuera de la Champions League a las primeras de cambio por segundo año consecutivo están con ellos y siguen creyendo en este nuevo proyecto.
Y así empezó el duelo contra el Bayern... pero lo que tenía que ser una noche de unión acabó siendo una noche de terror. Demasiado incluso para el más fanático de los aficionados. La respuesta del equipo no estuvo a la altura y lo que empezó mal, con esa previsible derrota del Viktoria Plzen en el Giusseppe Meazza, acabó como el rosario de la aurora.
Lejos de reivindicarse, los futbolistas del Barça recibieron una nueva lección futbolística de un Bayern que se ha convertido en la bestia negra de las últimas debacles blaugrana en Europa. Nada más y nada menos que seis derrotas consecutivas contra el conjunto bávaro. Cada cual más dolorosa y sangrante.
A la media hora de juego, el Bayern ya ganaba por 0-2, plasmando una superioridad insultante sobre un equipo empequeñecido por la situación. Y el culé dijo basta. La afición no quiso ensañarse con el equipo. Sabía que no era la noche. Pero en el mismo momento en que Choupo-Moting anotó el 0-2, empezó a desfilar.
Solo la actuación arbitral, esta vez del inglés Taylor, hizo reaccionar a la grada. A instancias del VAR -y van...- rectificó un penalti sobre Robert Lewandowski que podría haber devuelto al Barça en el partido. Y la afición estalló contra la UEFA. Triste consuelo para una triste noche.
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