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Fuglsang canta y Valverde sufre

El danés se estrenó en una 'grande' con victoria en La Cubilla

Pogacar recorta distancias con Valverde tras la crisis del murciano

Jakob Fuglsang celebra su primer triunfo en una gran vuelta / | AFP
Jonathan Moreno

Entre la niebla del Alto de La Cubilla se escuchó el canto del pájaro Jakob Fuglsang, traducción literaria de su apellido. El danés estrenó su palmarés en una gran vuelta con maestría. En una cima de envergadura y culminando una fuga lejana. Exhibición de poderío de Astana, que dio brillo a una deslucida etapa reina. El escandinavo rubrica un excelente 2019 tras Lieja y Dauphiné.

Parecía que el día tendía a ser 'movidito'. Jumbo Visma sufría en la primera ascensión a San Lorenzo, con Primoz Roglic escaso de compañeros. Pero cuando el esloveno estaba en jaque y Movistar había endurecido algo la carrera llegó el parón. El pelotón volvió a adolecer de 'pachorra' y permitió que la escapada ganara una minutada insalvable. 

El triunfo se disputaría entre los veintidós que llegaron a conformar a fuga. De mientras, Bouchard y Ángel Madrazo brindaban una bonita pugna por el maillot de lunares. El francés salió vencedor holgadamente tanto en San Lorenzo como en La Cobertoria. El cántabro vendió caros los lunares azules que lucen ya en el pecho del ciclista del AG2R.

La última ascensión a La Cubilla, denominado el Galibier asturiano, deparó muchos movimientos. Tanto en cabeza de carrera, como entre los favoritos. Y siempre con Astana como protagonista. Luis León Sánchez aceleró en la fuga y Fuglsang le dio continuidad. Suficiente para que el danés obligara a hincar la rodilla a unos combativos Bambrilla y Geoghegan.

 

En el pelotón, Omar Fraile cambió el ritmo. Nairo Quintana cayó de maduro. Los kazajos abonaron el terreno para el demarraje final de Miguel Ángel López. A su rueda, Pogacar y posteriormente Primoz Roglic. El trío llegó de la mano a meta. Aproximadamente veinte segundos después lo haría Alejandro Valverde, que vivió su primera gran crisis de esta Vuelta. Suerte de Marc Soler. El catalán hizo un trabajo encomiable en favor de su jefe de filas.