Sinner, de la sombra por dopaje al cielo del US Open
El tenista italiano ha vivido sus semanas más duras como tenista profesional que han terminado en la conquista del US Open en Nueva York
Jannik Sinner celebra su triunfo / Kirsty Wigglesworth
Seguramente ni el mejor de los guionistas podría haber imaginado unas semanas como las vividas por Jannik Sinner en este US Open. De la sombra por dopaje a la gloria en Estados Unidos pasando, entre medias, por una feroz crítica hacia el italiano; el tenis volvió a dar una revancha al número uno del mundo, que demostró ser el mejor tenista de la actualidad conquistando el segundo Grand Slam de su carrera en la ciudad que nunca duerme.
La polémica saltó en la semana previa del inicio del US Open; se descubría que Jannik Sinner había dado positivo en un control antidopaje en el Masters 1.000 de Indian Wells en marzo de este año, aunque la Agencia Internacional de Integridad del Tenis (ITIA) daba a conocer la historia antes del Grand Slam declarando inocente al italiano. El tenista italiano alegaba un error de su fisioterapeuta por usar clostebol, una sustancia prohibida, aunque los cargos sobre Sinner no terminaron afectando a su carrera como deportista.
De las críticas... al perdón del mundo del tenis
La decisión, como no podía ser de otra manera, provocó una oleada de críticas justificadas; el jugador pudo haber recibido un trato de favor -seguramente por su condición como uno de los tenistas más importantes del circuito en la actualidad- en comparación con otros casos similares, donde se sancionó temporalmente a los tenistas investigados hasta conocer la resolución definitiva del caso.
El tenista se defendió de manera sincera desde el primer día alegando que era completamente inocente, aunque la tormenta sobre su cabeza era algo que no se iba a olvidar rápidamente. Se notó que no estaba totalmente aislado de todo el ruido que había a su alrededor en su debut en este US Open en un partido contra el estadounidense Mackenzie McDonald donde se mostró más dubitativo que de costumbre. Sin embargo, Sinner tiene esas características de campeón innatas que lo hacen recomponerse de cualquier situación y, a partir de ese primer pequeño tropiezo, el italiano se convirtió en una máquina de ganar casi perfecta.
Es cierto que el camino terminó siendo más asequible que el esperado -sin Djokovic o Alcaraz por el camino, solamente se enfrentó al ruso Daniil Medvedev como rival de gran entidad-, aunque el transalpino se mostró igualmente seguro de su tenis como para dominar el torneo de principio a fin. La final terminó siendo una buena muestra de esa frialdad propia de Sinner, un tenista hecho para estar entre los mejores, en un partido donde aplastó el sueño americano de Taylor Fritz en tres sets. La montaña rusa del italiano acabó con la gloria conquistada en la Arthur Ashe que se rindió al número uno y terminó disculpándolo simbólicamente por las sospechas. No existe tenista más solvente ni ganador que Sinner en la actualidad, una victoria que implica la victoria en los dos Grand Slam de pista rápida de la temporada. El futuro, junto con Alcaraz, es completamente suyo.
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