Este domingo, en Melbourne Park se vivió una de las situaciones más cómicas de todo el Abierto de Australia. Si hay un tenista con muchos 'tics' en el circuito ese es Rafa Nadal. Esta vez, el balear no fue el protagonista directo por tocarse los calzoncillos, quitarse el pelo, no pisar las líneas o dejar las botellas en una posición estratégica justo al lado de su silla.
El verdadero héroe que protagonizó el toque anecdótico de la victoria de Nadal ante Anderson fue el atrevido recogepelotas que vio, justo antes de un servicio del balear, que una de sus botellas se había caído. Alertó al juez de silla y salió escopeteado hacia el banquillo del número tres del mundo para recolocar, con mucha precisión, la botella en el mismo lugar donde estaba. Eso provocó las carcajadas de todo el público que abarrotó la Rod Laver Arena y, además, las del propio Nadal que tuvo que parar su mecánica de saque por la risa que le provocó la reacción del voluntario.
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Tras el partido, cuestionado por dicha acción admitió sonriendo a carcajada limpia: "Yo no le pedí nada. En serio, no me molestó. Es solo una rutina estúpida". Ahora, eso sí, ya sabemos qué sucede cuando alguien le toca las botellas a Nadal.