Siempre hemos tendido a pensar que el velocímetro muestra la velocidad exacta de un vehículo. Al menos es lo que debería ser. Sin embargo, cuando lo trasladamos a la realidad más mundana, lo que encontramos es que los velocímetros instalados en los coches comercializados en el mercado, estos no muestran la velocidad real a la que circula el vehículo.
El velocímetro marcará siempre una cifra más alta que la real, en todos los coches sin excepción alguna. En buena medida se debe a una serie de cuestiones legales regladas tanto por la Unión Europea como en otros lugares (Japón o Estados Unidos). Así, la velocidad indicada debe de ser inferior a la velocidad real con un margen de error máximo de un 10% más 4km/h.
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Llevado a una escena más práctica, en Europa, si llevamos un ritmo de 60km/h, la realidad es que podríamos estar circulando incluso a 50km/h, ya que existe una disonancia entre el velocímetro y la realidad. Eso sí, nunca iremos por debajo de ese diez por ciento estipulado que marcan las normas regulatorias de la Unión Europea.