En abril, la Agencia de Proyectos de Investigación Avanzada de Defensa del Pentágono (DARPA) anunció que encargó a General Atomics, Blue Origin y Lockheed Martin la construcción del cohete de demostración para operaciones ágiles cislunares (DRACO): el primer sistema NTP del mundo para naves espaciales.
Cislunar, la región entre la Tierra y la Luna, cubre un área mucho más expansiva que las simples órbitas terrestres seguidas por satélites. Una nave espacial cislunar necesitaría motores potentes y eficientes que maximicen la capacidad de transporte de combustible de la nave. El sistema NTP funciona empujando un propulsor líquido como el hidrógeno a través del núcleo de un reactor nuclear en funcionamiento. A medida que el reactor divide los átomos del combustible de uranio, genera calor. El calor luego transforma el hidrógeno en un gas que sale a chorros de la boca de escape del cohete a alta presión, creando así el empuje.
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El Departamento de Energía cree que el NTP será dos veces más eficiente que los cohetes químicos, que producen vapor de agua relativamente pesado como subproducto de desecho. Los gases de hidrógeno, por otro lado, son más livianos y, por lo tanto, más fáciles de acelerar, generando un mayor empuje.