En la Segunda Guerra Mundial las resistencias de los diferentes lugares ocupados por los alemanes se pusieron manos a la obra para sabotear los convoyes y suministros del ejército enemigo. En esta Europa de los años 40 el ferrocarril era el medio de transporte más importante, debido a que con él se podían trasladar tanto unidades, material y vehículos blindados.
En estos momentos es cuando se diseña el denominado simplemente como ‘carbón explosivo’. Este material fue diseñado por Reino Unido y suministrado a los guerrilleros franceses y de otras partes. El desarrollo fue fácil. Se cogía una pieza de carbón, se perforaba y dentro se añadían explosivos de tipo plástico y un detonador.
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Esta pieza se dejaba en los montones y el suministro de carbón de los alemanes, cuando esta pieza manipulada entrara en contacto con el horno de la locomotora haría explosión, destruyendo el vehículo y descarrilando. Un material de sabotaje sencillo y muy efectivo porque dejaría fuera de combate a muchos convoyes que eran vitales para el esfuerzo de guerra.