Hablamos con Jorge Lorenzo de gafas de sol por la noche. Paradojas de la vida del piloto y de la periodista que persigue un hueco en su agenda. Empezamos la entrevista entonces y la terminamos tras sus vacaciones.
Una carrera cuya salida tuvo lugar en una gala solidaria, la de la Fundación Dr. Iván Mañero, a la que Jorge Lorenzo acudió cargado de modelos de su firma, Skull Rider, que regaló a todos los presentes. Llegó con unas de ellas en la mano, con la ‘chupa’ de cuero y la prisa de siempre. Rápido en el asfalto y también con la mirada. En un segundo recorre un jardín, un photocall y cada rostro. Y a cada uno le pondría un diseño distinto de esa marca que “tiene mucho de mí. Este año he podido dedicarle algo más de tiempo, participar en todos los procesos y dar mi opinión. El producto ‘estrella’ ha sido el modelo JL99. Me encantan. Las llevo siempre conmigo”. Mis ojos van de los suyos al pelo, a un mechón que esa noche tenía un color indefinible. “Quería hacerme este look antes del último Gran Premio de Valencia -me explica- y es verdad que va perdiendo el tono. Pero cuando terminé de hacérmelo, me encantó. Siempre he sido atrevido y me gusta tener mi propio estilo. De pequeño, con mi padre, ya me hacía peinados diferentes”.
DESCONECTANDO
Para Jorge, ésta ha sido una temporada larga, con dos test (Valencia y Jérez) y eventos con patrocinadores. “Necesitaba desconectar y dejar la disciplina a un lado -reconoce- así que me fui a República Dominicana con todo el equipo. Han sido pocos días pero mentalmente siempre ayuda. Ya estoy de vuelta preparando la pretemporada y hacer un gran 2018”. Casi termina este año que Lorenzo describe con tres palabras: “aprendizaje, intensidad y trabajo”. Pero antes, futbolero y culé como es, estará pendiente del ‘clásico’ y de un Barça al que ve “más sólido que el año pasado. Ahí están los resultados y los pocos goles encajados. La base es la misma pero Valverde ha hecho unos retoques que parece que funcionan. Después, como en todos los deportes, los detalles deciden campeonatos”.