"Hace cinco años cambió mi vida. Dejé el fútbol y la redacción para aterrizar en un mundo, para mí desconocido, como el de la Fórmula 1. De estar relativamente quieta a no parar de viajar. El primero fue muy duro y casi me come el estrés. Empecé a correr. Me agarré a este deporte y se convirtió en mi refugio”.
Noemí de Miguel está en Austria y, más allá del paddock, “hay unas montañas maravillosas que me esperan al finalizar el trabajo. Es mi momento. Me ‘reseteo’. Un tiempo para pensar, revisar y ‘meterme’ para adentro. Observo a mi alrededor y en mi interior. Es como meditar en movimiento”. Esta periodista de raza, una mujer apasionada y metódica que prepara sus entrevistas concienzudamente, ya tiene varias carreras a sus espaldas. Reconoce ser una persona “de objetivos, porque son necesarios para rendir más” y de hacer listas que “voy tachando a medida que consigo o termino algo. ¿En papel? ¡Por supuesto! Aunque vivo pegada al teléfono móvil, mi agenda es de las de antes”.
RUGEN LOS MOTORES
Hace un lustro que Noemí de Miguel cambió el olor del césped y de los cafés de máquina de la redacción por los que desprende la F1. Otro entorno y pocas mujeres en él. “Hay mayoría de hombres -explica- pero aquí hay ingenieras, camioneras, mecánicas... Mi carta de presentación siempre ha sido mi trabajo aunque es cierto que nosotras debemos trabajar el doble para conseguir la mitad”. Nos despedimos mientras ella sale del paddock para cumplir con su rutina ‘runner’. “Correr me da la vida”.