“Está a 15 grados”. Erika Villaécija pone medio pie en el mar y ya sabe lo que le espera. Como en casi todas las etapas de su vida, todas ellas luchadas, sufridas, ganadas y perdidas. Tocó el cielo como nadadora y el infierno, muchos años después, en su vida personal. “Del 2018 al 2020 estuve en ‘modo avión’. Acababa de retirarme, finalicé la carrera de psicología y buscaba mi lugar en el mundo. Era entrenadora de natación y de crossfit. Trabajaba y entrenaba pero sin pasión, sin aquella adrenalina que te da la competición. No es fácil pasar de la élite a un despacho y por eso siempre digo que aquellos meses era como un robot. Cumplía y punto”, explica.
Todo cambió cuando llegó su actual ocupación laboral -es la responsable de recursos humanos de una empresa “empática y potente”- y, junto a su amigo Marc, empezó a construir el proyecto que acaba de presentar: Equipo Erika Villaécija. “Pretendemos crear una comunidad de personas apasionadas, ya sean principiantes o atletas profesionales, que quieran alcanzar nuevos objetivos, compartir, intercambiar consejos y experiencias y motivarse. Me apetece mucho devolverle a la natación todo lo que me ha dado”, apunta con alegría.
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Todo lo vivido le ha servido, de eso no hay ninguna duda. Ha ganado medallas internacionales, ha disputado Juegos Olímpicos y ha sufrido la desigualdad como entrenadora. “Para un mismo puesto, optaron por el hombre. Y eso que yo estaba mucho más preparada. Como nadadora no lo viví jamás. ¡Experiencias de la vida!”. Y a esa y a tantas otras sumará la de este nuevo equipo que sólo puede darle y dar satisfacciones.