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De los bofetones a los abrazos

Mikel Arteta ha neutralizado las críticas de sus primeras dos temporadas en el Arsenal llevando al conjunto ‘gunner’ al liderato de la Premier

Tras dos temporadas con dudas, Arteta se ha afianzado como el relevo definitivo de Wenger

Arteta, dirigiendo un partido con el Arsenal / | GLYN KIRK

A este chico le gusta el Arsenal”. Con una frase clara, corta y directa, Pep Guardiola lo dijo todo. Se extendió en su respuesta, pero no hizo falta ni un minuto de discurso para darse cuenta de que Mikel Arteta soñaba con sentarse en el banquillo del Emirates Stadium desde su retirada, en 2016, como jugador del conjunto ‘gunner’.

En ese momento, el de Donostia cambiaba para siempre el centro del terreno de juego por un grupo que lo acogió como uno de los suyos, un técnico en formación cargado de ideas y que quería comerse el mundo aprendiendo al lado del mejor. Sin prisa pero sin pausa. Arteta estuvo dos años y medio con Guardiola en el Manchester City. Se empapó del método y aportó su talento incipiente, precisamente un potencial que ha explotado desde que decidió volar solo. Y ya lo dijo Pep en la rueda de prensa previa al partido de ayer: “La gente debe volar cuando cree que es lo mejor”.Y Arteta voló. Dos años y medio en el City lo catapultaron a su club, un Arsenal en el que estuvo cinco temporadas empapándose de otro de los grandes técnicos de las últimas décadas. El vasco fue la brújula en el campo, una extensión del cerebro de Arsène Wenger sobre el césped. “Es inteligente, tiene pasión y conocimiento. Mikel Arteta tiene un gran futuro”, reconoció el propio Wenger cuando el excentrocampista cogió las riendas del del Arsenal en diciembre de 2019. Arteta sustituía a otro técnico español, Unai Emery, una apuesta que no acabó saliendo bien pese a que el de Hondarribia consiguió llegar a la final de la Europa League en la temporada 2018-19. A Wenger le pareció bien el nombramiento de su discípulo, aunque le advirtió de las complicaciones que supone un banquillo de la élite europea para un novato: “Aprendió mucho en su posición como entrenador asistente. Pero ahora tendrá que lidiar con el hecho de que no tiene experiencia a ese nivel. Tendrá que estar rodeado de un buen ambiente en el club”. Arteta tuvo dos años y medio de margen para sacarse las dudas de encima. Precisamente, su superior en el Manchester City dio el salto al Camp Nou sin haber pisado antes un banquillo de Primera División. Y no le fue del todo mal...“Lo hablé con los jugadores y el cuerpo técnico. Sentíamos que si un equipo le ofrecía el puesto de entrenador se iría. Yo no iba a pedirle que se quedara conmigo, todo el mundo tiene sueños”, prosiguió Guardiola en su respuesta. Pero lejos de encontrarse un ambiente idílico, Arteta aterrizó en un club medio muerto. Unai Emery acababa de pasar sin pena ni gloria por una entidad atenazada por las prisas. Al actual técnico del Aston Villa no le dejaron trabajar. Había que conseguir títulos desde el mismo instante en el que Arsène Wenger salió por la puerta. Y eso que los últimos años del preparador francés no fueron precisamente exitosos. El Arsenal no cumplía con su deber de competir con los más grandes, de luchar por la Premier League cada temporada y de andar por Europa sembrando el miedo como sí hizo durante la primera década de la era Wenger. No levantó la Champions porque en París se cruzó con Víctor Valdés y una tropa de jóvenes liderados por Ronaldinho que le amargaron la noche a Thierry Henry. El francés todavía no se cree que la ‘Orejona’ de 2006 no esté en las vitrinas del Emirates. Wenger fue un maestro en el Arsenal. Un personaje intocable que permaneció en el banquillo hasta que su cerebro consideró que el club necesitaba un cambio. Fueron 18 años, toda una vida. Y de la misma manera que le sucedió al Manchester United tras la salida de sir Alex Ferguson, el sustituto duró menos que un azucarillo en el café. En Old Trafford, David Moyes fue destituido a los diez meses. Ferguson había estado en el cargo durante 26 años. En el Arsenal, el relevo de Wenger se alargó hasta los 18 meses. De 18 años a 18 meses, hasta que la dirección del club llamó a Mikel Arteta.Paciencia y pasión

Ya le había avisado Wenger. “Tendrá que estar rodeado de buen ambiente en el club”. El técnico francés sabía de lo que hablaba. A las pocas semanas, Arteta ya fue duramente criticado por los medios. Pero aguantó el chaparrón. De la misma manera que soportó ser cuestionado partido tras partido durante sus dos primeras temporadas al frente del Arsenal. En la primera, terminó octavo tras coger al equipo undécimo. En la segunda, el fútbol mejoró, pero volvió a terminar en octava posición, lejos, muy lejos del ‘Big Four’. Ahí llegó el momento clave. Arteta pidió paciencia y confianza a la afición para acabar de armar un equipo que entendiera su método y pudiera practicar el juego que tanto tiempo estuvo diseñando en su cabeza. A diferencia de Emery, Arteta era una persona respetada por su exitoso pasado en el fútbol inglés. Y el Arsenal le dio una última oportunidad. Poco a poco, el donostiarra fue implantando sus ideas y, junto a una revolución paulatina en la plantilla, el equipo fue creciendo. Hoy, el único futbolista que sigue en el once desde que Arteta firmara su contrato en diciembre de 2019 es el suizo de origen albanés Granit Xhaka. Por el camino, se han sumado a la causa futbolistas hoy tan determinantes para el desarrollo de la idea como Thomas Partey, Martin Odegaard o William Saliba, sin olvidar la llegada, en el último mercado de fichajes de verano, de dos jugadores que conoce muy bien, pues coincidió con ellos durante la etapa ‘citizen’: el delantero Gabriel Jesús y el polivalente Oleksandr Zinchenko. Lo cierto es que el Arsenal vuelve a encandilar. A los suyos y a todos los amantes del fútbol. Arteta ha conseguido su objetivo. El premio al Mánager del Mes que se llevó en septiembre de 2021 ha tenido continuidad. El técnico repitió galardón en marzo de 2022 y en esta temporada ya lo ha ganado en dos ocasiones, habiendo sumado su equipo 50 puntos en una primera vuelta majestuosa del conjunto ‘gunner’. Una plantilla joven, con líderes experimentados y con figuras desequilibrantes en ataque como Bukayo Saka o Martinelli, a los que dio confianza y galones para consagrarse como piezas fundamentales de un equipo alegre. El Arsenal, alegre. ¿Cuánto tiempo pasó desde aquel fútbol vistoso y desacomplejado de los primeros años con Wenger? Demasiado. Hasta que llegó Arteta y se puso a trabajar. Y le dejaron trabajar tras los bofetones que le fueron cayendo semana tras semana durante prácticamente un año y medio. Pero Arteta es una leyenda en el club, conoce a la entidad y la entidad le conoce a él. Ya lo dijo Guardiola el jueves: “Fue a su club, al que apoya. Allí fue el capitán. Ama al club. Recuerdo que cuando estaba aquí siempre saltaba y celebraba cuando marcábamos. Siempre, salvo contra un equipo. Entonces se quedaba sentado. Era el Arsenal. Vi que a él le gusta mucho el Arsenal. Sería lo mismo que si aquí estuviese trabajando de asistente y me llamase el Barcelona. Me iría. La gente debe volar cuando cree que es lo mejor. Con los jugadores pasa lo mismo, si no están felices deben irse. La vida es demasiado corta”.  

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