ESCÁNDALO EN LA RFEF
Los siete pecados capitales de Pedro Rocha
Repasamos los graves errores del extremeño ante una semana clave, en la que puede ser proclamado presidente de la RFEF y suspendido de ese cargo por el Gobierno
Pedro Rocha durante un acto como presidente de la Comisión Gestora de la RFEF. / Oscar J. Barroso / EP
Sergio R. Viñas
¿Qué puede pasar esta semana con la RFEF? Cada día, una nueva aventura, sin que sea sencillo anticipar los capítulos que están por llegar. El sentido común dicta que un día de estos la comisión electoral federativa admitirá y rechazará el recurso de Miguel Galán contra el censo, validando el proceso que terminó con Pedro Rocha como candidato único a la presidencia. Desestimado también el recurso contra su proclamación, lo previsible es también que esa misma comisión electoral proceda a la proclamación del extremeño como presidente en los próximos días. Aunque podría pasar lo contrario, que esto es la RFEF.
Pero, en paralelo, el Consejo Superior de Deportes prepara la convocatoria de su comisión directiva para suspender tanto a Rocha como a los miembros de su gestora por la presunta comisión de infracciones muy graves, que está estudiando el TAD, algo que a priori no sucedería hasta al menos el miércoles. ¿Y a partir de ahí? Pues está por ver, con la amenaza latente de que la RFEF sea intervenida por la FIFA, con el acompañamiento del Gobierno.
Rocha, que proyecta sentirse inmune ante todas las trabas que se va encontrando para ser entronizado como presidente de la RFEF, acumula demasiados errores desde que asumió el relevo del primero suspendido y después dimitido Luis Rubiales. Él resiste en silencio mientras su equipo de trabajo proclama su más absoluta inocencia (judicial, administrativa y ética) y su legitimidad para ser el nuevo presidente de la RFEF. Pero ha cometido (al menos) siete errores capitales que ponen en tela de juicio un desenlace satisfactorio para sus intereses.
1. No convocar elecciones inminentes
El pecado original, de aquellos barros estos lodos. El 10 de septiembre de 2023, Rubiales se rinde y presenta su dimisión. Cinco días después, la RFEF anuncia que "Pedro Rocha liderará el proceso de transición en la RFEF" y ya habla de él como presidente de la gestora. Los estatutos federativos marcan que, ante el cese de un presidente "la junta directiva se constituirá en comisión gestora y convocará elecciones para proveer al cargo; el que resulte elegido ocupará el cargo por tiempo igual al que restase por cumplir al sustituido".
Cierto es que los estatutos no delimitan temporalmente la convocatoria, pero sí queda claro en la redacción que es su función fundamental. Tras intentar convocar comicios generales a la asamblea (algo que no permiten los estatutos, como acabó dictando el TAD), Rocha tardó más de seis meses en convocarlas, tomando por el camino decisiones en la que, presuntamente, se extralimitó.
Pedro Rocha, Luis Rubiales y Andreu Camps. / RFEF
2. Hacer (demasiado) caso a Víctor Francos
Unido a lo anterior, el Gobierno no ayudó en nada a que Rocha fuera fiel a su cometido. El expresidente del CSD Víctor Francos, tras fracasar en su publicitado intento de suspender a Rubiales, se sintió poderoso tras solventar con éxito, el 20 de septiembre, 10 días después de la dimisión de Rubiales, la crisis de las campeonas del mundo que no querían jugar con la selección.
Francos intervino de facto la RFEF. Convenció, u obligó, según a quien se pregunte, a Rocha de aplazar las elecciones hasta 2024 y que estas fueran generales en lugar de parciales (el TAD decretó tiempo después que eso no se podía hacer), además de comprometerle a cortar cabezas en la Federación. El cese del secretario general, Andreu Camps, sin entrar a discutir el fondo, es seguramente la extralimitación más clara de cuantas está investigando el TAD.
El más reciente comunicado de la gestora señalaba a esa responsabilidad del Gobierno en muchos de los actos llevados a cabo y ahora denunciados. Francos ya no está, le forzaron a dimitir a finales de diciembre, pero el daño ya estaba hecho. José Manuel Rodríguez Uribes trata ahora de arreglar el desaguisado que se encontró al asumir su relevo en el CSD. Y, aunque no lo desee, la herencia también pasa por que el Gobierno se haga corresponsable de las decisiones de Francos.
Pedro Rocha y Víctor Francos. / EP
3. Ponerse el sueldo de Rubiales
El pasado 21 de diciembre, la RFEF celebró su asamblea anual ordinaria, presidida por Rocha como máxima autoridad de la comisión gestora. En dicho cónclave, Rocha propuso a los asambleístas heredar el sueldo de 675.671 euros anuales que percibía Rubiales como presidente de la RFEF. Y lo hizo, como desveló 'El Mundo', contra el criterio de sus propios servicios jurídicos, que consideraban esa asignación contraria a los estatutos, que solo especifican que la asamblea es soberana para aprobar el sueldo del presidente. Y Rocha no era (ni es, de momento al menos), presidente de la RFEF, solo de su comisión gestora.
"Desde el 2013 que llevo yo en la Federación Extremeña [era su presidente hasta hace un mes] jamás he cobrado un céntimo", arguyó Rocha ante la jueza del caso Supercopa en su declaración como testigo (antes de pasar a ser investigado) y, salvo que alguna instancia judicial pueda demostrar lo contrario, tiene razón. Pero queda manchado el dirigente extremeño por atribuirse, en su condición de dirigente interino, un salario que, según los estatutos, no debería corresponderle. O es al menos muy dudoso que lo hiciera.
4. Consentir o no enterarse de demasiadas cosas
Luis Rubiales desplegó, presuntamente, con sus socios una red para cobrar mordidas de la RFEF mientras Rocha era su vicepresidente económico y él dice que no se enteró de nada. Esa misma trama consiguió una licitación (aunque no llegó a pagarse) cuando ya era presidente de la gestora y tampoco se enteró. El investigado contrato con Arabia Saudí por la Supercopa se amplió, mediante aprobación en una junta directiva de la que formaba parte y tampoco se enteró. Tomás González Cueto presionó al Gobierno para diseñar unas elecciones a la presidencia a su medida y, aunque nadie le ha preguntado, seguro que afirma que nunca se enteró.
Si miente y en realidad se enteró de todo ello, sería, en efecto, gravísimo. Y tendría consecuencias penales en algunos casos. Demos por bueno (que es mucho dar) que no se enteró de nada. ¿Está moralmente legitimado Rocha para presidir una institución en la que ocurrieron todas esas cosas, mientras él era vicepresidente económico primero y presidente de la gestora después sin que se enterara de nada? No es atrevido pensar que Rocha tiene 'culpa in vigilando' de al menos algunos de los hechos descritos.
5. Suspender a los investigados en el caso Supercopa
Un día después del registro en Las Rozas y otros lugares de España, como el domicilio de Luis Rubiales, Rocha anunció la cancelación del contrato con GC Legal, el despacho de González Cueto, y apartó de sus puestos y funciones a los dos directivos federativos investigados por la jueza, José Javier Jiménez y Pedro González Segura.
El fondo de la decisión es difícilmente discutible: era algo que, si se podía, debía hacerse. Sobre la forma, si tenía potestad para hacerlo o no, tendrá que pronunciarse el TAD. Lo que no se sostiene por ningún lado, desde el plano de vista ético, es que Rocha suspendiera a dos personas investigadas en el caso Supercopa y ahora que él también está investigado por la jueza se sienta perfectamente legitimado para asumir la presidencia de la RFEF. Aunque legalmente no tenga obstáculo en ese sentido. Ya lo dijo Rodríguez Uribes el viernes, en declaraciones a Efe: "Es impensable que el representante del fútbol español en la Eurocopa o los JJOO pudiera ser una persona investigada en una causa penal. No podemos permitirnos como país que esto suceda".
6. No tomarse en serio su declaración ante la jueza
Rocha acudió a declarar ante la jueza de Majadahonda, hace 10 días, en calidad de testigo. Sonriente, confiado de sí mismo y sin el auxilio legal de un abogado. Un rato después, salía del juzgado en calidad de investigado. Sin que aún sepa, todo sea dicho, de qué se le acusa exactamente.
Su surrealista declaración, asegurando desconocer hechos de los que debía tener conocimiento, pues fueron debatidos y aprobados en su presencia en los órganos federativos, motivaron su paso de testigo a investigado. También dejó perlas como que creía que Rubiales le designó como su sucesor porque era "un hombre honrado" y que su titulación académica era "la vida".
7. No armar un plan B para su elección
En plena recogida de avales, perfectamente orquestada por la totalidad de presidentes territoriales en favor de Rocha, se puso sobre la mesa una idea. Como desveló 'Relevo', se planteó destinar 21 de sus más de 100 avales a un segundo candidato, por lo que pudiera pasar en estas semanas. Si eso hubiera pasado, hoy la RFEF tendría una salida digna y sencilla al embrollo en el que está.
La idea, sin embargo, se acabó desechando. En buena medidas porque Rocha fue convencido por sus consejeros de que nada podría amenazar su elección como presidente. Ni la catarata de denuncias de Galán ante el TAD ni la investigación judicial del caso Supercopa. Se creyó intocable y ahora la realidad le ha demostrado que no lo era.
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