El Real Oviedo volvió a ganar a su eterno rival -y van ya siete triunfos azules en los últimos once partidos- y lo hizo este sábado por 1-0 y pese a tener menos dominio que el Sporting, que rozó el empate en un remate de Cristo, pero fue incapaz de frenar a Koba: un penalti de Izquierdoz sobre el francés sirvió a Bastón para dejar el duelo asturiano de nuevo en el Tartiere.
Tras poner los locales la carne de gallina antes del pitido inicial -tifo y gaitas incluidas-, el primer arreón del duelo asturiano lo dio el Sporting, que a los pocos segundos tuvo una ocasión en un centro chut de Djuka al que no llega Jony.
Juan Otero y Guille Rosas insistieron por banda en busca de remate y lo encontraron en los propios Djuka y Jony, pero ni el cangués ni el montenegrino lograron sorprender a un Braat atento bajo palos que se hizo con ambos balones.
El Sporting dominó el juego durante casi toda la primera mitad, y no fue hasta pasada la media hora cuando el Oviedo empezó a firmar acercamientos, aunque Viti no estuvo acertado con los centros y a Bretones le faltó mordiente para superar con ellos a Cuéllar.
El paso por vestuarios espoleó algo a los locales, que empezaron a alargar sus ataques, pero ninguno de los dos equipos decidió bien en los últimos metros y ni Enrich caído a la derecha logró decidir bien para llegar al área ni Gragera acertó con el último pase en una contra peligrosa de los de Abelardo.
Los nervios también pasaron factura a Cuéllar, que midió mal en un centro de Bretones y a punto estuvo de dejar un remate franco en el área a Viti, y también a Jony, que tuvo que hacer falta para frenar a Koba cuando el mediocentro francés tocaba su primer balón tras tres meses fuera por lesión.
Esa precipitación hizo que la electricidad del mediocentro fuese demasiada para la zaga rojiblanca, y en la siguiente acción fue Izquierdoz quien llegó tarde para frenar a Koba: el central hizo penalti sobre el francés y Borja Bastón le ganó la partida a Cuellar desde los once metros.
El balón parado estuvo a punto de compensar de nuevo, pero la prolongación de cabeza de Zarfino a la falta sacada por Cote no la aprovechó Cristo, que no empaló bien el remate pese a estar solo y envió el balón fuera.
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Los de Cervera demostraron su oficio dominando los tiempos de partido, y el partido murió con el pitido final, que supuso una explosión de júbilo entre los oviedistas: tres puntos para los locales y empate a 27 en la general.