Pablo Machín llegó al Girona en marzo de 2014, con el equipo hundido en la cola de Segunda División, y hoy sueña con catapultarlo, por fin a Primera, después de la decepción que supuso la eliminación en el play-off del pasado curso ante el Zaragoza.
El entrenador soriano, sin embargo, ha sabido comprender la realidad del Girona, un club al que la hinchada apoya a su manera, fiel pero fríamente y en que no sobra, precisamente, ánimo desde la grada. Y por ello, quizá, Machín saludó la victoria de este sábado frente al Mallorca de manera concluyente.
Marcó Juanpe en el minuto 88 y los cerca de 6.000 aficionados que poblaban las gradas de Montilivi estallaron de júbilo... Después de media hora larga volcados con sus jugadores y antes de que el entrenador se lo agradeciera a su manera: "No debería decirlo, pero sí lo voy a decir. Cuando Montilivi anima como ha animado hoy, se me pone dura”.
La trempera de Machín gana adeptos en Girona a cada partido que pasa
La frase de Machín fue recibida con tantas risas como naturalidad por entender el significado de las palabras, como esa manera de pedir auxilio, ayuda, a unos aficionados que Machín querría que se sumaran a los que asistieron a este partido frente al Mallorca.
"Desde luego, me encantaría que Girona fuese más futbolera de lo que es... Si fuésemos 15.000 en cada partido tendríamos ganados entre seis y nueve puntos cada año, pero estoy muy contento con los que vienen" convino el entrenador en declaraciones a El Periódico, aún sin querer lanzar las campanas al vuelo.
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Y eso que el Girona está casi tan cerca del líder Levante como lejos del Tenerife, tercero y ocho puntos por detrás. El ascenso en Montilivi empieza a contemplarse una posibilidad real. Y la trempera de Machín gana adeptos a cada partido que pasa.