PSIQUIATRÍA

¿Son los psicofármacos enemigos del sexo? Recetas de la psiquiatra para mantener el deseo

Los antidepresivos, ansiolíticos y antipsicóticos pueden ocasionar disfunción sexual, e incluso retardar el orgasmo en personas que tienen eyaculación precoz

¿Cómo puede afectar el tratamiento con psicofármacos a nuestra vida sexual? / Freepik

Rafa Sardiña

Según el último informe de la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes, España ocupa la primera posición en el consumo de benzodiacepinas del mundo, con más de 91 dosis diarias por cada mil habitantes de fármacos para problemas de salud mental como ansiolíticos, hipnóticos y sedantes.

Y uno de los efectos secundarios de estos medicamentos afectan a la vida sexual, como nos explica la doctora Ruth Arenas, psiquiatra, sexóloga y psicoterapeuta EMDR.

  • Gran parte de los antidepresivos, algún ansiolítico y gran parte de los antipsicóticos pueden ocasionar disfunción sexual.
  • Hasta tal punto es así que algunos antidepresivos los utilizamos para retardar el orgasmo en personas que tienen eyaculación precoz.

Sigue aumentando el porcentaje de españoles que toman ansiolíticos y antidepresivos sin receta médica. / JComp. Freepik

Los antidepresivos, no todos ellos, pero sí la gran mayoría, pueden disminuir el deseo, la erección; o la lubricación en la mujer, aumento del tiempo necesario para tener un orgasmo e, incluso, la imposibilidad para alcanzarlo. 

  • “En algunos pacientes también pueden ocasionar lo que llamamos orgasmos anhedónicos en los que, aunque se experimenta los síntomas físicos del orgasmo, no se siente ningún placer”.

Antidepresivos: ¿son enemigos del sexo?

La especialista aclara que este tipo de fármacos no afectan por igual a todo el mundo. Y es que, hay pacientes que son extremadamente sensibles a estos efectos secundarios y otros que no lo notan en absoluto.

  • “En la mayoría de antidepresivos podemos hablar de un 40 a un 60% de pacientes en quienes el efecto es bastante alto”.

Algunas veces ese efecto secundario va desapareciendo con el tiempo y “en otros casos aconsejamos pausas de fin de semana, o cambiamos el antidepresivo por otro que tenga menos efectos adversos en la esfera sexual o incluimos un fármaco que intente contrarrestar este efecto adverso”, resalta la doctora Arenas.

El consumo de antidepresivos, ansiolíticos o hipnóticos/sedantes es mayor cuanto menor es el tamaño del municipio y también se incrementa con la edad. / Freepik

Aun así, “antes de que se asuste nadie, hay que tener en cuenta que hay muchas otras cosas que pueden afectar nuestra vida sexual”:

  • El tabaco, por ejemplo, a medio y largo plazo afecta mucho a la excitación y al deseo
  • El alcohol empeora la erección y el orgasmo
  • No descansar adecuadamente por la noche también afecta

“Al final, todo suma. Y si eliminamos estas cosas, disminuimos el riesgo de disfunción sexual. Por otro lado, la actividad física eleva el nivel de testosterona y mejora la respuesta sexual. Nuestros genitales gozan de la misma salud que el resto de nuestro cuerpo y, si queremos que funcionen bien, tenemos que pensar en cuidarlos con los mismos hábitos de salud”.

¿Qué hacer cuando aparece la disfunción sexual por un psicofármaco?

“Lo primero es decírselo al médico que nos lo ha recetado, aunque pueda darnos vergüenza. Cada vez tenemos más formación en salud sexual, afortunadamente”, señala la especialista en diferentes patologías mentales y trabaja con técnicas de neuromodulación: estimulación magnética transcraneal (EMT) y estimulación transcraneal por corriente directa (TDCS).

“Él podrá ofertarnos una alternativa para la situación. La gente con una sexualidad más sana, generalmente, tiene capacidad para compensar pequeños déficits de funcionalidad, porque tienen imaginación y se les ocurren alternativas”. 

En la actualidad, “tenemos alternativas farmacológicas mucho más respetuosas con la salud sexual. Pero es que, además, la estimulación magnética transcraneal y la estimulación por corriente directa son técnicas de neuromodulación, no farmacológicas, muy efectivas en el tratamiento de muchas enfermedades mentales y que, sin embargo, no tienen absolutamente ningún efecto adverso en la sexualidad”.

El único tratamiento para la eyaculación precoz es la paroxetina, un fármaco contra la depresión / Freepik

La experta recalca que “tener una sexualidad saludable en la que prime el erotismo sobre la genitalidad es además un factor protector sobre las disfunciones sexuales. Por supuesto, debemos eliminar de nuestros hábitos de salud todas las cosas que podemos eliminar de las que faciliten su aparición”.

¿Cómo se puede, desde un punto de vista psicológico, trabajar sobre el deseo?

En el mundo de la terapia sexológica se utilizan muchas técnicas para incrementar el deseo

  • “Lo primero que debemos tener en cuenta si estamos en una relación de pareja es que esa relación nos resulte gratificante. El 80 % de las mujeres con deseo sexual hipoactivo tienen problemas de pareja. Nosotras tendemos a llevarnos la frustración y las irritaciones con nuestra pareja al entorno de la cama. Después de una bronca o de hablarnos sin respeto, nadie tiene ganas de sexo”.

También podemos trabajar el erotismo, la imaginación… “Se pueden usar lecturas eróticas o imágenes eróticas para dar sustrato a esa imaginación que tenemos que trabajar. Esto es especialmente importante en relaciones largas”. 

  • Es muy fácil mantener un deseo elevado en una pareja de nueva creación o una relación sexual ocasional; lo complicado es ser capaz de mantenerlo cuando llevo 10 años viéndole la cara a la misma persona. El sexo deja de ser espontáneo. Necesitamos más planificación.
  • Nuestros niveles de deseo, en hombres y mujeres, son distintos y, si bien el varón muchas veces puede sentirse satisfecho con relaciones meramente coitales y carentes de imaginación, las mujeres rápidamente se aburren de eso”

Y, una vez nos aburrimos, “el nivel de deseo baja rápidamente. Así que, en ausencia de imaginación, o cambiamos de guion o cambiamos de protagonistas”.

Los especialistas “utilizamos distintas técnicas: facilitar la comunicación en la pareja, probar cosas nuevas con las que los dos se sientan cómodos… Es fundamental tratar de incrementar los contactos que no tengan finalidad coital: desde las miradas hasta el roce cuando nos cruzamos por el pasillo o con la mano por debajo de la mesa”.

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