NEUROLOGÍA

La primera enfermedad neurológica afecta a un 3% de la población y une a niños y a mayores

Un 10% de los niños padecen esta enfermedad, y la cifra sube a partir de los 60 hata afectar a más de un 30% de mayores de 80 años.

Solo un 30% de los pacientes con epilepsia sufre pérdida de conocimiento y convulsiones, y existe una epilepsia farmacorresistente

Esta es la primera enfermedad neurológica en la infancia.

Los especialistas en neurología calculan que más de 50 millones de personas en el mundo sufren epilepsia y que cada año se diagnostican más de 2,4 millones de nuevos casos.

En nuestro país, según datos de la Sociedad Española de Neurología (SEN), unas 400.000 personas padecen esta patología, que es la primera enfermedad neurológica más frecuente en niños y tercera más frecuente en adultos mayores.

El doctor Juan José Poza, Coordinador del Grupo de Estudio de Epilepsia de la SEN define la epilepsia como:

  • "Una enfermedad neurológica crónica caracterizada por producir, de forma recurrente, convulsiones, comportamientos y sensaciones inusuales o episodios de alteración de la conciencia”. 

“Es la cuarta enfermedad neurológica más común y puede:

  1. Afectar a personas de todas las edades y géneros, lo que la convierte en un importante problema de salud mundial
  2. Su tasa de mortalidad es 2-3 veces mayor que la de la población general
  3. Es, después del ictus, la segunda causa de atención neurológica más habitual en Urgencias”, añade el especialista.

Sólo un 30% de los pacientes con epilepsia sufre pérdida de conocimiento y convulsiones. / Adobe Stock.

Una enfermedad infradiagnosticada

Esta patología puede afectar a cualquiera, aunque es cierto que lo más frecuente es que aparezca bien a partir de los 65 años, bien durante la infancia.

En concreto, se calcula que alrededor de un 10% de los niños padecen epilepsia, mientras que en adultos la curva de la incidencia de esta enfermedad aumenta considerablemente a partir de los 60 años hasta afectar, al menos, a un 30% de los mayores de 80 años. 

Además de todo esto, los expertos de la SEN señalan que es precisamente en estos dos grupos poblacionales donde se produce una mayor infradiagnóstico haciendo que, en algunos casos, el retraso en el diagnóstico pueda alcanzar los 10 años.

No todas las epilepsias provocan convulsiones

Estimamos que hasta un 25% de las crisis pueden pasar inadvertidas o no ser bien identificas por pacientes, familiares o incluso por el personal sanitario debido a que las crisis que provoca la epilepsia son transitorias y pueden tener una duración muy breve”, señala el doctor Juan José Poza. 

Pero esta no es la única causa detrás del infradiagnóstico.

Existe una creencia generalizada de que la epilepsia provoca graves convulsiones a aquellos que padecen una crisis. Pero, como explica el neurólogo no siempre es así.

  • Se tiende a asociar la sintomatología de esta enfermedad con la pérdida de conocimiento unida a convulsiones y/o rigidez, pero esto solo se produce en el 30% de los pacientes.
  • Otros síntomas, como la falta de respuesta a estímulos, la desconexión del entorno, o experimentar movimientos anormales en alguna parte del cuerpo, son más comunes”, señala el experto.

La incidencia de esta enfermedad aumenta considerablemente a partir de los 60 años. / DCStudio. Freepik.

  • “Además, existen síntomas de otras enfermedades que pueden tener una apariencia similar a las crisis epilépticas y que pueden llevar a diagnósticos erróneos.

Por esa razón, y porque el número de diagnósticos falsos positivos es sorprendentemente alto, ya que llega al 18%, desde la SEN llevamos años insistiendo en la necesidad de realizar pruebas diagnósticas a todos los pacientes sospechosos de padecer esta enfermedad”.

A esto hay que sumarle que en muchas ocasiones síncopes y eventos de origen psicógeno son confundidos con crisis epilépticas. Y en menor medida otros, como ictus, trastornos del sueño, migraña, trastornos del movimiento, etc. 

  • Pero también puede suceder todo lo contrario; es decir, que las crisis epilépticas sean ignoradas o confundidas con otras patologías.

“Una monitorización video-EEG prolongada debe ser el primer paso para un correcto diagnóstico de la epilepsia. Aunque no todos los pacientes pueden acceder con facilidad a las técnicas diagnósticas, ya que, por ejemplo, en España, su acceso es desigual en el territorio nacional. Pero solo con la certeza en el diagnóstico podremos comenzar a tratar adecuadamente a los pacientes”, comenta Juan José Poza.

Las graves consecuencias de una epilepsia no tratada correctamente

A pesar de todo lo que supone convivir con esta enfermedad, existe una amplia gama de fármacos que permiten que hasta un 70% de las personas que padecen epilepsia puedan conseguir controlar adecuadamente la patología

Por eso, el diagnóstico certero y precoz, permite comenzar a tratar correctamente al paciente y así se previene no solo la discapacidad que puede provocar esta enfermedad, sino también muchas de las comorbilidades que suelen ir asociadas a la epilepsia. 

Un diagnóstico correcto puede evitar las comorbilidades asociadas a la epilepsia. / Adobe Stock.

Porque como explican desde la SEN aproximadamente el 50% pacientes adultos acaban sufriendo trastornos psiquiátricos, neurológicos y/o intelectuales:

  • Un 23% de los pacientes sufren depresión
  • Un 20% ansiedad.
  • También puede provocar cefaleas, problemas cardiacos, digestivos, artritis, demencia… 

Esto en cuanto a los adultos, porque:

  • Entre un 30 y un 40% de los niños con epilepsia ven afectada su capacidad intelectual, donde dolores de cabeza y otras afecciones físicas o del ánimo también son comunes.

“En días como hoy es importante reivindicar la importancia de la investigación de esta enfermedad, no solo por el importante número de afectados para los que aún no disponemos de un tratamiento efectivo, es decir, para todos aquellos pacientes que padecen epilepsia farmacorresistente y que solo en España suponen más de 100.000 personas.

Pero también para seguir investigando en las causas que están detrás del desarrollo de esta enfermedad.

Porque si bien es cierto que en su origen parecen estar implicados diversos factores genéticos y metabólicos, aún quedan por determinar otros muchos factores que también pueden influir en el desarrollo de esta enfermedad.

Esto nos ayudaría a conseguir tratamientos más efectivos para esta enfermedad que padecerá un 3% de la población en algún momento de su vida”, concluye el doctor Juan José Poza.

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