Suena una melodía en las cercanías del Reale Arena, y se parece mucho al himno de la Champions. Cada vez están más cercas los realistas de traer la mejor competición europea a su estadio, especialmente después de remontar contra el Rayo y aprovechar el tropiezo matinal del Betis en El Sadar.
Salió dominadora la Real, sostenida por la pizarra de un Aguacil que superó con creces a Iraola. Los donostiarras impedieron que la seña de identidad de los vallecanos, la presión adelantada, surtiera efecto en ningún momento. El juego se desarrolló constantemente cerquita del área visitante, aunque con pocas oportunidades.
El guion del partido pudo haber cambiado bien pronto, en una acción que Oyarzábal marcó pero que el árbitro inválido, tras revisión del VAR, por una falta previa de Silva. A partir de aquí, las ocasiones brillaron por su ausencia.
El paso por vestuarios mejoró la versión de los madrileños, que refrendaron las sensaciones con el tanto que abrió el encuentro. Antes Trejo ya había avisado a Remiro después de un taconazo brillante de Comesaña. No perdonó, a renglón seguido, Isi Palazón, que penalizó una pérdida infantil de Jon Pacheco para definir por encima de un vendido Remiro.
El tanto podría haber afectado a la moral realista, necesitada de una victoria después del tropiezo bético en Pamplona. Nada de esto sucedió, ya que solo dos minutos después del tanto vallecano, la Real empató. Aihen Muñoz encontró la testa de Sorloth, libre de marca, para que el noruego igualara la contienda con un cabezazo picado.
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El partido entraba en el tramo final muy abierto, hasta que Carlos Fernández, que acababa de entrar al terreno de juego, lo decidió. De nuevo Aihen volvió a ponerse el traje de asistente, y Carlos, con la ayuda de Lejeune, aprovechó una salida a por uvas de Dimitrievski para marcar el tanto del triunfo y acercar la Champions, cada vez más, al Reale Arena.