Mbappé pide banquillo a gritos

El fichaje de Kylian Mbappé ilusionó al madridismo y atemorizó a los rivales. Un Real Madrid que venía de ganar la Champions y la Liga con un ataque limitado tras la fuga de Benzema. Karim dejaba huérfanos a Vinicius y a Rodrygo con su inesperada marcha, pero el dúo brasileño respondió con la ayuda de Joselu, Brahim y Bellingham. No había mucho más, pero el éxito los acompañó para ser el mejor equipo de la temporada.

Y de pronto llegó Mbappé, al que Ancelotti dio galones desde que pisó el vestuario. Al principio, mantuvo a Rodrygo en ataque para jugar con tres delanteros más Bellingham, pero la ecuación desequilibraba la solidez defensiva del equipo. El italiano ha sacrificado poco a poco a Rodrygo y ha mantenido al francés. Ni se ha planteado alternarlos sabiendo que la pareja de brasileños les dio la gloria el año pasado.

Señalado y Lewandowski

Al delantero francés le está costando encajar en un ecosistema que funcionaba. Ancelotti lo metió con calzador, en lugar de hacerlo poco a poco para que adquiriera los mimetismos que funcionaban. Llegaba a un equipo hecho rompiendo la dinámica de un conjunto campeón que no le necesitaba. A cambio se fue Joselu, un revulsivo de la casa que compartía ese ADN competitivo adquirido en la cantera.

Mbappé es el gran señalado por sus errores ante el Barcelona. Lewandowski le retrató. Un delantero centro que falla las ocasiones claras ante otro que no perdona. Pero sus groseros fallos ante Peña no son nuevos. Su falta de puntería fue decisiva en un duelo que fue igualado hasta que el polaco apareció para marcar dos goles en dos minutos y poner el lazo al partido. Mbappé tuvo varias ocasiones antes, y después, también en duelos ante Peña, pero falló y cuando acertó venía de fuera de juego.

Ancelotti no reacciona

Ancelotti no se atreve a darle un descanso que pide a gritos. No se ha ganado ser titular en un equipo en el que la pelea por serlo es lo que despierta la competencia. Nadie duda de su talento, de ser un jugador diferencial, pero para serlo debe encajar en un equipo repleto de jugadores de nivel. Estaba acostumbrado a que los equipos jugaran para él, pero el Madrid no juega para nadie. Ni para Mbappé, ni para Vinicius ni para Bellingham.

La Liga española y el Real Madrid no son la Liga francesa ni el PSG. Mbappé lo sufre en sus carnes y el madridismo vive decepcionado con su bajo rendimiento. Siete años esperándole para esto. Para sufrir una de las mayores humillaciones ante el Barcelona, su gran rival doméstico. El Madrid dio la cara hasta que apareció Lewandowski, el que no lo hizo fue Mbappé, al que el madridismo sigue esperando después de tanto tiempo perdido para verlo vestido de blanco.