El Madrid presume de su niña bonita
La fiesta de celebración por la Champions arrancó por la tarde y acabó bien entrada la noche
Davies, primer revés tras la Decimoquinta
Un día después de conquistar una nueva Champions, esta última en Wembley, el Real Madrid paseó la que supone la decimoquinta Copa de Europa según sus cuentas por la capital española. Fue una gran fiesta, una oda al madridismo que arrancó a las cinco y media de la tarde y acabó bien entrada la noche. No faltó nadie. Se lo pasaron en grande paseando a la 'niña bonita', que es como coloquialmente se le llama al número quince. Más niña bonita que nunca, con las calles vestidas de blanco y el orgullo impregnando todos los rincones de la ciudad.
El recorrido del autocar que acogió a la plantilla de Carlo Ancelotti, leyenda hecha entrenador, un italiano con corazón madridista, empezó en la catedral de la Almudena, donde el cardenal José Cobo dio la bienvenida: "La virgen acoge esta copa con toda la gente de esta ciudad que se alegra", dijo. Luego el vehículo descapotado se dirigió hacia las pertenencias de la Comunidad de Madrid, donde esperaba su presidenta, Isabel Díaz Ayuso, que se mostró feliz y pizpireta ante los campeones de Europa. La política del PP, que estuvo en Wembley, resumió de esta manera tan perspicaz sus sentimientos: "Ser del Real Madrid es genial. En cada partido hay una masa ingente de personas deseando que gane y otra igual deseando que pierda. No deja a nadie indiferente". Y así es porque las calles de Madrid colapsaron ante miles y miles y miles de madridistas contentos. Curioso fue ver cómo uno de los policías que escoltaban a caballo el autocar blanco era, precisamente, el padre de Dani Carvajal. Todo quedaba en familia. Cibeles sonrió cuando vio llegar a los jugadores, ansiosos por compartir el éxito con su amiga la diosa.
La comitiva también paró en el Ayuntamiento, donde esperaba José Luis Martínez-Almeida, alcalde, también del PP. Allí habló el edil y lo hizo, con su habitual tono sereno, relajado y concluyente Florentino Pérez, que dejó claras sus intenciones de futuro: "Desde ya estamos trabajando para traer la Decimosexta Copa de Europa". La voracidad blanca no tiene límites y sus palabras recibieron el aplauso de todos los presentes, deseosos de que su profecía se cumpla la próxima temporada. La fiesta acabó en el Bernabéu, lleno hasta la bandera, como las calles por las que pasearon la Decimoquinta. El color blanco brilló más que nunca. Kroos se dio un baño de masas, los gladiadores madridistas fueron recibidos como héroes y la alegría desbordante invadió cada rincón de un estadio imponente. La Decimosexta espera...
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