La renuncia al banquillo del Real Madrid de Zinedine Zidane deja al presidente Florentino Pérez expuesto en un momento complicado. El francés ha sido su mejor escudo desde que lo nombró entrenador del equipo en enero del 2016, pasando a ocupar un segundo plano en el que ha vivido con cierta tranquilidad. Cinco años en los que ha buscado acomodo a once títulos en la sala de trofeos del club, con tres Liga de Campeones consecutivas que han marcado la diferencia.
Florentino Pérez, 74 años, acaba de renovar la presidencia del Real Madrid cuatro años más y su primera misión es renovar la plantilla. Un objetivo titánica que esperaba hacer con la colaboración de Zidane. Contaba con él como capitán al mando del cambio, pero el francés le ha vuelto a dejar tirado por tercera vez, una como jugador y dos como entrenador. Se da por sentado que habrá hablado con el presidente antes de decidir irse. “Los próximos días vamos a hablar del futuro con el club y con la gente correspondiente”, dijo en su última comparecencia.
EQUILIBRIOS CON MUCHOS FRENTES ABIERTOS
La renuncia de Zidane deja al presidente con infinidad de expedientes por resolver. Tendrá que hacer equilibrios para confeccionar un nuevo proyecto arrastrando una crisis económica profunda. Además, la Superliga y el nuevo Bernabéu son dos propósitos complicados que tiene que atender y a esto debe sumar sus importantes obligaciones profesionales. A Florentino Pérez se le acumula el trabajo, y en muchos casos tendrá que tomar decisiones tan importantes como complicadas.
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El presidente va a tener que duplicarse para atender personalmente muchos casos empezando por el finiquito de Zidane, con una plantilla por construir, con jugadores con futuro en el aire y con contratos en vigor. Su principal apoyo volverá a ser su mano derecha José Ángel Sánchez, director general del club. Entre los dos tienen que dar forma al nuevo Madrid y todo contra reloj. Y lo tendrán que hacer con limitaciones económicas, a las que van a tener que adaptarse o ser creativo para conseguir recursos.