Gareth Bale ha dejado de contar para Zinedine Zidane en los últimos partidos. El francés ha prescindido de sus servicios como respuesta a su baja aportación al equipo, con actuaciones grises en las que se intuye que la inseguridad en su juego la provoca, una vez más, sus miedos a lesionarse. Y es que el galés es víctima de sus limitaciones musculares, con el sóleo izquierdo como talón de Aquiles.
Una temporada más empezó a buen ritmo, ofreciendo una buena imagen, ayudando al equipo y marcando diferencias en el ataque con sus explosivas carreras y el martillo que tiene en la zurda. Pero las lesiones volvieron a aparecer para frenar su trayectoria ascendente y a ser un jugador vulgar. Bale se protege para no volver a caer y su fútbol se resiente para no aportar nada.
SUPLENTE ANTE EL CITY Y SIN CLÁSICO
El galés sólo ha jugado unos minutos de suplente de los últimos cuatro partidos. Zidane ha decidido tacharlo del once por su bajo rendimiento. Fue titular ante Osasuna (1-4) y Celta (2-2) pero fue el peor. Desde entonces solo ha jugado 17 minutos de los últimos 360. Fue ante el City y no aportó nada. Después, no jugó ni un minuto del Clásico y ante el Betis también se quedó en el banquillo.
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Bale solo ha jugado esta temporada el 32,9% de los minutos posibles. Se ha perdido 13 partidos por dos lesiones y su aportación goleadora es mínima, tres goles: 1 cada 385 minutos o cada 4,2 partidos que juega. Hasta que mentalmente no esté preparado para arriesgar en cada acción, para meter el pie y forzar una carrera como si fuera la última, es un futbolista residual y Zidane lo sabe.