Ancelotti suspende en ataque
El italiano es incapaz de idear un plan ofensivo, que deja en pies de los latigazos de sus individualidades, a los que no alimenta con nuevos recursos
Carlo Ancelotti es incapaz de dotar de sello al juego de construcción de su equipo. El centro del campo lo utiliza para defender, que es su única preocupación. Alimenta la máxima del fútbol italiano de no encajar goles y marcar uno como sea para ganar. Es la filosofía que defiende y que, de momento, le da resultado, aunque sea a costa de hacer sufrir a sus jugadores y, lo que es peor, a su afición, que ya tiene la mosca detrás de la oreja.
Florentino Pérez sufrió viendo a su equipo en Anoeta / Efe
En Anoeta se volvió a ver a un equipo que intenta ser sólido sin balón y que carece de identidad cuando lo controla. Cada uno hace la guerra por su cuenta ante el silencio del italiano, no sea que incomode a sus estrellas por dar órdenes concisas de una estrategia que los ate a un sistema de ataque. Él apuesta por la creatividad, y espera siempre los latigazos de sus individualidades para establecer las diferencias en el marcador.
El factor Kroos
Sin Kroos, este Madrid se muestra inconexo y sin ideas en la construcción. Es lenta y previsible, lo que facilita que el rival se componga en defensa avisado de hacia dónde perfila sus ataques. No tocan de primeras. No triangulan. No juegan entre líneas. No hay cambios de orientación largos para buscar superioridad descolocando al rival. No hay plan alguno salvo ser sólidos sin balón y creativo sin él.
Ancelotti da órdenes a sus jugadores, pero solo para defender / Efe
Este Madrid no sabe a lo que juega en ataque. Muestra carencias que rebajan el peligro de sus delanteros. Es evidente que el italiano es consciente de esas carencias y ha buscado en el mercado un técnico especializado en estrategia ofensiva. Necesita que llegue Andy Mangan, el inglés recomendado por su hijo Davide para diseñar un plan ofensivo que no existe.
Vivir de la Improvisación
Ancelotti sobrevive de la improvisación de sus estrellas: de los eslalones de Vinicius, de la pegada de Mbappé, de las apariciones intermitentes de Rodrygo, de la creatividad de Brahim, de la fortaleza de Endrick o del talento de Bellingham. Pero no facilita un libreto que libere a esos jugadores de los marcajes férreos, de defensas avisadas ante la previsibilidad en la construcción lenta y sin ideas de su fútbol. Les cuesta marcar goles, lleva nueve en cuatro partidos de Liga, y cuatro han sido de penalti y otro de falta indirecta.
El italiano está bajo sospecha ante una afición que reclama más espectáculo y menos sufrimiento. Un madridismo que se ha criado en marcadores abultados, que no le importa encajar si su equipo marca un gol más que el rival. El madridismo venera a Ancelotti por su oficio ganando títulos, triunfos que disimulan ese fútbol cada vez más rácano y previsible que hace de cada partido un suplicio. Sin un plan ofensivo la felicidad es incompleta y se convierte en suplicio.
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