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Álvaro Benito: "Nunca he sido autocompasivo"

El exfutbolista rememora para SPORT sus años como futbolista y la crudeza de las lesiones

"Los que comentamos el fútbol no analizamos lo que es, sino lo que parece que es", asegura

Álvaro Benito, exfutbolista y músico / | sport

Álvaro Benito nació hace 43 años en Salamanca y fue, junto a Raúl y Guti, una de las grandes apariciones del Madrid de Valdano. Una lesión en la rodilla le apartó del fútbol y le conectó con la música al mando de Pignoise. Tenía 26 años. Ahora colabora en medios como la SER y Movistar+. 

Con 18 años debutas en Vallecas con el primer equipo como la gran promesa del Madrid, pero antes juegas el Trofeo Bernabéu contra el Ajax; ¿cómo recuerdas toda aquella vorágine? 

Lo que más recuerdo es la primera vez que salí de titular en el Bernabéu. Hice la pretemporada con el primer equipo y luego bajé al Castilla, pero Valdano me convocó contra el Ajax. Salí en la segunda parte, jugué muy bien, y  me llamó para el primer partido que era en Vallecas. Todo pasó muy rápido; en realidad estás ahí flipando porque los acontecimientos te superan un poco. 

¿Qué Valdano te encuentras en ese momento?

Jorge me decía que tenía que jugar cómo había jugado siempre.  Me acuerdo el día del Trofeo Bernabéu, que se acercó y me soltó: ‘En el primer balón que cojas tírale un caño’. Siempre fomentaba mucho la valentía y el atrevimiento. Te hacía sentir muy cómodo, que era algo muy importante para un jugador como yo, que tenía un fútbol de encarar, de ir a por los defensas, de arriesgar. Yo no podía de repente no arriesgar por estar en el primer equipo, porque perdía mis virtudes.     

Valdano cuenta que el día que hizo debutar a Raúl, éste, le dijo: ‘Usted sabrá míster, si quiere ganar me pondrá’. Y que la noche anterior subió a su habitación para tranquilizarlo pero se lo encontró dormido como una marmota.... 

Bueno, Raúl siempre ha sido muy muy competitivo. Es una de sus cualidades. Pero todos vivimos la tensión de una manera u otra. Lo que ocurre es que los jugadores grandes son capaces de sacar adelante estas situaciones y que no les influya en su rendimiento. Raúl siempre ha tenido esa confianza en sí mismo y esa capacidad mental y competitiva muy por encima del resto. 

¿Cómo se entra con buen pie en un vestuario como el del Madrid?

Pues con mucho respeto. Yo lo vivía flipando, porque al final estas compartiendo vestuario con muchos de los que han sido tus ídolos. Pero al final te das cuenta de que son futbolistas como tú. Yo siempre digo que la gente tiende a idealizar desde fuera lo que ve en el fútbol. Pero la mayoría de la gente es muy normal, dentro de todo lo normal que puedes ser jugando en el Real Madrid [sonríe]. Porque estás en una burbuja, que no es del todo real. Para la gente son estrellas, pero entre nosotros somos compañeros.

18 años, promesa del fútbol español, dinero y en una ciudad como Madrid: ¿A uno no se le va la cabeza?

En mi caso estaba muy focalizado. Me encantaba mi trabajo, pero claro era joven  y algún día sales, ¡cómo nos vas a salir! Pero en esta vida tienes que saber cuáles son tus prioridades y todo tiene sus servidumbres. Sacrificas muchas cosas que otros chavales de tu edad no hacen. Pero estaba empezando a jugar con el primer equipo y sentía que mi vida tenía sentido.  Viéndolo ahora pienso que era un niño. Y que nos cargan con una responsabilidad de hacer cosas magníficas siendo todavía niños  que no es fácil de llevar.

Álvaro, durante su etapa como futbolista en el Real Madrid |

Al futbolista se le critica que salga cuando pierde, pero la mayoría de gente cuando tiene un mal día hace justamente eso, tratar de desconectar, ¿cómo te lo explicas? 

Creo que el fútbol se vive de una forma irracional tanto para lo bueno como para lo malo. Entonces la gente nunca se para a pensar estas cosas. Tiene al futbolista idealizado y cuando gana es un Dios  y cuando pierde es un villano. No puedes ir a tomar unas cervezas o cenar con tu familia porque has perdido. Y hace que los futbolistas terminen  viviendo en una realidad paralela un poco alejada de la muchedumbre. 

¿Qué jugador  te impresionó más cuando empezaste a entrenar con el primer equipo?

Muchos.  Laudrup, era un jugador excepcional. Míchel tenía una técnica increíble, Redondo, Hierro… ¡uff! Estaba Luis Enrique, Milla… jugadores que te das cuenta de por qué están en el Real Madrid. Mucho nivel. Y el año siguiente vino gente como Mijatovic, Seedorf, Suker, Roberto Carlos… Tuve mucha suerte.  Siempre me fijaba en ellos. 

Conocemos muy bien al Luis Enrique del Barça pero ¿cómo era el del vestuario del Madrid? 

Pues un tío muy majo con todo el mundo, la verdad. Siempre he tenido muy buena relación con él. Era una persona muy trabajadora, que además se interesaba y se portaba muy bien con los jóvenes.

También estaba Fernando Redondo; ¿por qué no ha salido otro Redondo?

Era un jugador único. Con unas condiciones físicas, técnicas y mentales extraordinarias. Un jugador con mucha capacidad para romper líneas. Sobre todo cuando jugaba de mediapunta. Pero que  luego se adaptó a jugar de mediocentro y mejoró mucho en fase defensiva. Creo que todos recordamos la forma cómo  protegía la pelota. Un jugador de mucha jerarquía. Yo creo que ese tipo de mediocentro, que reúne tantas cualidades y tan particulares, no se va a ver tanto en el futuro.

Tu carrera se tuerce cuando sufres la temida tríada en la rodilla izquierda. Nueve operaciones y el final  de un sueño; ¿con los años se vive como un proceso o queda una herida abierta? 

Yo nunca he sido una persona autocampasiva y el lamento jamás ayuda a nadie. Así veo yo la vida. Así que no tenía sentido mirar atrás y decir: ‘Qué desgraciadito soy porque me ha pasado esto’. Al final es una experiencia dura que me tocó vivir y que hizo que empezara una nueva vida prácticamente de cero. Creo que a nivel mental me hizo cambiar mi perspectiva vital, también mi madurez; fueron muchas enseñanzas. No tiene ningún sentido pensar en si cambiarías algo; las cosas vienen así y hay que aceptarlo.

¿Qué no te deja hacer la rodilla?

Todo lo que tenga impacto no puedo hacerlo. Ni correr ni jugar al fútbol, ni tenis. Yo tengo que hacer elíptica, bicicleta, petanca, dominó... [risas]. Pero al final he aprendido a vivir con esto. La autocompasión no sirve para nada.

Tu segunda etapa en el Madrid fue como  entrenador de las inferiores, pero una crítica a jugadores del primer equipo en la radio terminó con tu despido del Juvenil B; ¿Te equivocaste?

Bueno para empezar es que yo en ese momento subsistía del periodismo. Y subsisto. Yo como del periodismo.  Pero yo al Madrid solo tengo cosas que agradecerle. Llegué ahí siendo un niño y el Madrid es una parte fundamental de lo que he sido y de lo que soy. Y seguramente lo más importante que he hecho es haber jugado en el primer equipo del Madrid. Y luego estoy ínfinitamente agradecido de que me volvieran a abrir la puerta.    

Por lo que dices puedes dar a entender que, con el tiempo, has llegado a entender la decisión del Madrid...

Cada uno tiene su forma de ver las cosas. Ya hablé en su momento de todo esto y no tiene sentido darle más vueltas. Si no me lamenté con todo lo de la lesión, no lo voy a hacer ahora por esto. La vida sigue y yo he disfrutado mucho eso y ahora soy feliz con lo que hago.

¿Qué es lo más difícil de tu trabajo como comentarista? 

Bueno, en primer lugar que creo que no analizamos lo que es, analizamos lo que parece que es. No conocemos lo que se ha trabajado durante la semana, el plan del partido del entrenador, nosotros solo podemos opinar de lo que podemos hablar del desarrollo del juego, que a veces dista mucho de lo que has preparado. Se le atribuyen demasiadas cosas al entrenador, positivas y negativas.

¿Qué es jugar bien al fútbol?

 

El fútbol es meter un gol más que el contrario. Y si te dan piedras, tendrás que hacer un muro de piedra. Y si te dan madera tendrás que hacerte una cabaña. El entrenador inteligente es el que sabe usar sus herramientas. Si tienes dos extremos muy rápidos jugarás por banda. Si tienes jugadores que la toquen muy bien jugarás a tener la pelota. Creo que todos los estilos son válidos y hacen grande el fútbol.