El 1x1 del Real Madrid ante el Villarreal

Un portero del Real Madrid no puede permitirse el rechace que permitió el remate de Gerard Moreno. El disparo de Ekambi no era potente y pudo quedarse el balón. Le falta contundencia. Nada pudo hacer en el segundo gol local.

Ekambi le retó cada vez que le llegaba el balón. Sufrió corriendo hacia atrás y, sobre todo, cubriendo los agujeros que dejaba a su espalda Lucas Vázquez. Nunca se sintió cómodo, pero es un pulmón y acabó asistiendo para que Bale hiciera el 1-1.

Debería aportar seguridad, consistencia y solidez a la defensa, pero no puede hacer su trabajo y el de Sergio Ramos, que, más que un compañero, parece su enemigo. Lo pasa mal cuando el rival aprieta.

El balón que pierde en el gol de Gerard Moreno merecería sanción por parte de Zidane, pero Ramos es de azúcar. Hace mucho que dejó de ser un central de referencia y vive de su nombre. Resta más que suma.

Su participación es, siendo generosos, la mitad de la que tiene Marcelo cuando el elegido es Marcello. La sensación es que sus compañeros no acaban de confiar en él. Y, pese a ello, su perfil más defensivo evita aventuras suicidas en ataque porque conoce su oficio, que no es el de extremo. Bien.

Uno de los mejores en el Real Madrid. Lo hizo prácticamente todo bien. Sobrado de fuerzas, cortó, inició cada ataque, estuvo siempre bien posicionado y dio sentido al juego de los blancos.

Bien en el pase, bien en la ayuda defensiva, solidario, llegando a puerta y generando peligro en cada una de sus acciones. El mejor socio de Casemiro. Acabó sustituido porque le faltaba aire.

Es uno de los niños mimados de Zidane y, de hecho, del madridismo, aunque no se le conocen partidos en los que haya sido decisivo. El ratio entre lo que participa y lo que genera es claramente deficitario.

Lo suyo puede llamarse de muchas maneras, pero no es jugar a fútbol. Su talento es innegable, pero su aportación al fútbol colectivo, mucho más. Pese a todo, marcó dos goles porque le sobra gol. Le sobró manchar su partido con una expulsión que pudo ahorrarse.

Pasó sin pena ni gloria por Villarreal. De hecho, fue más un estorbo para los movimientos de Benzema que una vía de escape para los centrocampistas blancos. Dejó muy malas sensaciones.

Sería el mejor futbolista del mundo si el fútbol se jugara sin porterías. El problema es que hay dos y, además, su trabajo es marcar goles porque lleva el '9' a la espalda. Si obviamos este detalle, es un jugador espectacular que hace mejor a sus compañeros.

Hace tiempo que dejó de ser ese centrocampista brillante que movía a su equipo al ritmo que marcaban sus botas. Se le intuye lo que fue, pero que ya no volverá a ser. Y, pese a todo, empezó la jugada que acabó en el empate de Bale.

Irrumpió en el Bernabéu amplificado por los altavoces blancos y por acciones que invitaban a seguirle de cerca. De todo aquello solo queda que sigue siendo muy joven, aunque a veces parece que sea un veterano.

Entró para que Kroos pudiera respirar y beber agua. Intentó aportar rigor en unos minutos locos.