Los lobos volvieron a cazar. Tras dos jornadas seguidas derrotados, los de Nuno recuperaron el apetito de una Champions que sin embargo está muy complicada. Sí dieron un gran paso para asegurar su billete para la próxima Europa League al vencer a un Everton que no ganaban en el Molineux desde 2004. Había llovido.
No fue una primera mitad especialmente brillante para ninguno de los dos equipos pero sí para un jugador en concreto: Daniel Podence. El extremo portugués fue un absoluto incordio para Walcott y Keane, superados en todo momento. De hecho, fue el propio Podence el que tuvo las ocasiones ás claras de toda la primer mitad. En especial, una diagonal con caño incluido y remate al palo corto que tuvo que sacar de manera milagrosa Pickford.
El ritmo del partido, sin embargo, no acompañaba la chispa con la que saltó al campo Daniel. La lesión de Yerry Minna, el 'cooling break' y las poca fluidez en el centro del campo no ayudaban. La salida del cafetero obligó a Ancelotti a jugar con tres centrales y dos carrileros y ahí mejoraron los 'Wolves'.
Podence, quién lo iba a decir, provocó un penalti cuando el partido se encarrilaba al descanso para que Jiménez, 25 goles ya esta temporada, no perdonara desde los once metros. El mordisco casi definitivo de los lobos llegó a los pocos segundos de reiniciarse el choque en la segunda mitad con un remate inapelable de cabeza de Dendoncker al centro de Pedro Neto.
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A partir de ahí, poca historia tuvo el partido. Pickford casi regala el tercero que sí logró anotar un Jota que apes hacía unos minutos que estaba sobre el verde. El gol es para enmarcar. Desplazamiento de 60 metros de Rubén Neves, bajada con el pecho de Jota y volea seca al palo corto. Belleza de tanto para cerrar el encuentro. Dos derrotas después, el Wolverhampton respira.