El Manchester United no sabe lo que es, en esta Premier, ganar dos partidos seguidos. Los diablos rojos empataron en casa contra el Aston Villa (2-2) un partido en el que fueron de menos a más, pero que volvió a evidenciar que el equipo está muy lejos de los mejores de Inglaterra.
Quien más talento mostró en Old Trafford no fue ningún jugador del United, sino Jack Grealish. El capitán del Aston Villa, con una calidad técnica excelente, abrió la lata con uno de los goles de la jornada: un tiro enroscado desde el vértice del área que De Gea solo pudo mirar antes de que limpiara su escuadra. Una maravilla.
Los villanos, de hecho, fueron superiores en el primer tiempo. Perdonaron el segundo con un balón al poste de Trezeguet en la primera mitad, y en Old Trafford perdonar tiene un precio. Lo pagaron antes del descanso, cuando los de Solskjaer igualaron en su primera gran ocasión, un cabezazo de Rashford tras centro de Andreas Pereira. El remate lo empujó a la red el meta visitante Heaton, y el United se envalentonó.
Reaccionaron los diablos rojos en la segunda mitad, encerrando al Aston Villa hasta remontar el partido. Lo hizo Lindelof, cabeceando en el segundo palo un centro de Fred. Se lamentó Grealish, que minutos antes había perdonado su segundo gol, pero los villanos encontraron consuelo pocos minutos después en otra acción a balón parado. Un embrollo en el área del United lo remató el central Mings para poner el empate definitivo.
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El empate del United ya no sorprende a muchos. De siete partidos en Old Trafford, solo han ganado tres esta temporada. Los discípulos de Solskjaer son ahora mismo novenos a ocho puntos de la zona Champions.