Tiene 35 años, pero el fútbol no se le acaba. Ibrahimovic brilló en The Hawthorns, un campo donde el West Brom de Pulis nunca pone las cosas fáciles, y dio la victoria a un Manchester United que volvió a dejar una imagen sólida. Tras varios batacazos, Mourinho empieza a crear el bloque compacto al que aspiraba, y al que Ibra le dio sentido anotando dos goles en dos latigazos del equipo.
Carrick y Ander Herrera se han convertido en piezas básicas en el engranaje de un centro del campo que completa Pogba, centrado en hacer fluir al equipo. Con la lesión de Mkhitaryan, Mou apostó por Lingard en West Brom, y el inglés le dio la razón a los tres minutos. En una contra mortífera, el United castigó un inicio valiente de los locales. Valencia mandó un balón largo para Lingard y el extremo, en carrera, trazó un centro de precisión clínica para Ibra. Dentro del área, y de cara a puerta, Zlatan no falla. El delantero remató de cabeza al fondo de la red.
Los ‘red devils’ no dejaron que el partido se les escapara nunca de las manos. Jones y Rojo, renacidos, impusieron su ley en defensa y Rondón ni pudo inquietar la portería de De Gea. Rooney tuvo en sus botas un gol que podría haber sido histórico. Solo la madera evitó un tanto del capitán que le habría convertido en máximo goleador de la historia del Manchester United.
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Pero Zlatan no quiso dejar el trabajo por hacer, y finiquitó el encuentro en el arranque del segundo tiempo. El delantero se revolvió en el área, desbordó con habilidad a dos defensas, y definió con un tiro que rebotó en la defensa antes de entrar. Este United, ahora sí, es capaz ya de cerrar los partidos. El triunfo deja al United a la espera del City-Arsenal para recortar puntos en la tabla de la Premier.