La solidez, la pegada y una defensa rival infantiloide pusieron en bandeja el cómodo, más de lo esperado, triunfo del Chelsea sobre el Burnley. En el Bridge, el equipo londinense mostró su mejor versión, esa que tanto viene y va desde finales de noviembre, capaz de lo mejor y lo peor en cuestión de horas. Los ‘blues’ deseaban ganar básicamente para meter más chicha en la pelea por la cuarta plaza, y como mínimo mantener su ventaja de cinco puntos sobre el todavía más irregular Manchester United.
Los ‘Clarets’ parecían haberle pillado el truco al duelo en Stamford Bridge en el arranque. De su alta presión surgieron dos buenas opciones, una de ellas con final feliz. Sin embargo, el gol en una inmaculada acción de estrategia quedó anulado vía por un fuera de juego milimétrico. Los del Lancashire se las prometían felices, pero nada más lejos de la realidad. Un penalti de Lowton sobre Willian, propio de un juvenil primerizo, permitió a Jorginho darle al Chelsea la primera ventaja del partido.
Hecho lo más difícil, el equipo de Sean Dyche vendería barata su piel. Una acción por la derecha de James generó un centro al punto de penalti que Tammy Abraham, elevándose por encima de los dos centrales, picó abajo con tan buen tino –y fortuna- que ni Pope ni Taylor repelieron sobre la misma línea de gol. El canterano y ojito derecho de Frank Lampard lleva ya 13 goles en la Premier. El único futbolista inglés que ha conseguido marcar más goles que él vistiendo la elástica ‘blue’ es precisamente su entrenador, que lo hizo en tres ocasiones.
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Los pupilos de Sean Dyche demostraron ser un cadáver andante a partir del penalti convertido por Jorginho, condición que quedó sellada ante notario con el 3-0. Azpilicueta puso un centro hacia el área chica al que nadie de la zaga granate quiso contestar. Abraham no lo pudo rematar, pero Hudson-Odoi sí lo cazó a bocajarro para establecer el 3-0. Odoi se convertía así, a sus 19 años, en el jugador más joven en marcar por primera vez en la Premier para el Chelsea desde que Carlton Cole lo hiciera ante el Middlesbrough en abril de 2002. De ahí al final, coser y cantar, nada más por lontananza.