Un derbi, siempre es un derbi. Esa clase de partidos que se ganan antes de saltar al césped y donde la 'testiculina' es un elemento innegociable. Chelsea y Arsenal brindaron una lección de fútbol con marcado gen británico. Pura adrenalina de inicio a fin. Y de pronóstico inciertísimo.
La expulsión de David Luiz tras un estúpido error de Mustafi inclinaba la balanza del lado 'blue'. Al brasileño no le quedaron más narices que derribar a Abraham en el área. Pero este deporte no son matemáticas. El pundonor 'gunner' ante una de sus némesis ciudadanas le permitió arañar un punto de Stamford Bridge.
Jorginho puso el 1-0 convirtiendo el penalti de manera parsimoniosa. El Chelsea había salido en plan avasallador y encontraba recompensa. Achicaba agua la retaguardia del Emirates, ya sin el 'melenas' brasileño en el eje. Leno metió una manopla salvadora a Hudson-Odoi. Efervescente el bisoño atacante, que minutos antes había sacado brillo al travesaño.
Inadvertido, Arteta retiró a Özil. Los partidos de brega no van con el alemán. Guendouzi al campo para dotar de músculo la medular. Y sonó la flauta. El Arsenal sacó petróleo de un córner en contra. El balón le llegó de rebote a Martinelli, resbalón inoportuno de Kanté y el brasileño con nombre de marca de mocasines superó a Kepa y enarboló a la afición del norte londinense que se desplazó al sudoeste.
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Lejos de meterse atrás, los 'gunners' tutearon a su oponente con uno menos. Pero en un arrebato 'blue', Azpilicueta empujó en el primer palo un centro desde la izquierda de Hudson-Odoi. ¿Duelo sentenciado? No. Héctor Bellerín silenció a la bulliciosa afición del Bridge con una acción personal y zurdazo a la base del palo. Su pierna menos buena. Kepa maldecía su suerte. Y Arteta sonreía. Tiene mucho trabajo el donostiarra. Por ganas no será.