Highline, el nuevo deporte outdoor que gana popularidad

Suspendidos sobre una cinta de tan solo 2,5 cm de ancho, y usando un arnés de seguridad, los practicantes de esta espectacular disciplina cruzan acantilados y otros accidentes geográficos naturales haciendo equilibrios  

Un practicante de highline cruzando la cinta rodeado de un entorno natural / ©Bernat Figueras

Bernat Figueras

En parques y merenderos es cada vez más frecuente ver a personas que realizan equilibrios sobre una cinta plana, que se zarandea bajo sus pies. Se trata del slackline, una actividad que tiene sus orígenes entre los escaladores estadounidenses de los años setenta, que se entretenían en los días de reposo practicando el equilibrio para luego tener un mejor rendimiento en sus trepadas.  

Si balancearse sobre un trozo de nylon o poliéster de cinco centímetros de ancho, a medio metro del suelo, ya puede parecer una hazaña mayúscula, habrá quedado boquiabierto quien, bien en las redes o bien en directo, haya presenciado su modalidad de altura: el highline.  

LAS VENTAJAS DE UN DEPORTE NO TAN EXTREMO 

Se trata de la llamativa evolución del slackline común, que se realiza en altura y usando material específico de seguridad. Sus practicantes, por el momento unos pocos en todo el país, buscan ubicaciones que les permitan instalar sus cintas, para luego caminar y hacer acrobacias. Si bien es cierto que se trata de un deporte al alcance de unos pocos atrevidos, los avances tecnológicos hacen que cada vez más personas se atrevan a probar de caminar encima del vacío.  

Las ventajas de esta disciplina frente a otros deportes considerados tradicionalmente como extremos –alpinismo, parapente, salto base, etc.– es que permite disfrutar de las fuertes emociones que produce la sensación de vacío, pero estando, al mismo tiempo, perfectamente asegurados. Extremo o no, por el momento no se ha registrado ningún accidente grave relacionado con el highline en nuestro territorio. 

En este sentido, el slackline de altura se convierte en un deporte en el que el principal reto, más que el equilibrio en sí mismo, consiste en saber mantener la concentración y no perder los nervios. Tal y como indican los expertos, una vez se ha aprendido a caminar con soltura cerca del suelo y se inician las pruebas en altura, el factor psicológico pasa a ser igual o más importante que la habilidad física.   

Por otro lado, una vez superado el temor inicial, y cuando los equilibristas ya se han acostumbrado a caer y quedar suspendidos por debajo de la cinta, estos aseguran que las sensaciones pasan del miedo y la adrenalina a la calma y la meditación. Aunque cueste de creer, afirman que la respiración, la escucha del propio cuerpo y la contemplación del entorno pasan a un primer plano.  

LA EVOLUCIÓN DEL DEPORTE 

Las líneas de highline que, a diferencia de las que se montan en el suelo, suelen tener una anchura de tan solo 2,5 cm, oscilan entre los veinte metros –las más cortas– y los 300 –que ya sería una distancia solo apta para expertos. Aun así, los practicantes con mayor bagaje han llegado a cruzar líneas mucho más largas, de 500, 700 y hasta un quilómetro, una distancia que, por el momento, solo se ha realizado dos veces, la primera en la Sierra de Busa, en la provincia de Lleida, y la segunda en los acantilados de Moraira, en Alicante; ambas a más de cien metros del suelo.  

El crecimiento de esta nueva modalidad outdoor, como es natural, también está abriendo nuevos caminos y horizontes. Hay quien busca en el highline su componente estético, y aspira a instalar nuevas líneas en los parajes más bellos. Por otro lado, hay quien prefiere explorar los límites del propio cuerpo encima de la cinta, bien sea buscando la velocidad o la consecución de acrobacias. 

Si bien la competición es uno de los caminos por el que se está desarrollando este deporte, otro es el de los encuentros, donde practicantes de todos los niveles pueden compartir experiencias vividas mientras disfrutan del placer de caminar por el cielo. Fue en el municipio de Cirat, Castellón, donde el año pasado se celebró el primer encuentro oficial del país, al que acudieron más de 200 personas y que este año se repite de nuevo.  

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A pesar de todo, los practicantes de esta disciplina siguen encontrándose con una gran traba: el desconocimiento. La novedosa imagen que supone ver a una persona caminando por el cielo puede generar la incomprensión de vecinos y autoridades que, al no existir una regulación específica para este deporte, obligan a desmontar y, en algunos casos, han sancionado económicamente a sus practicantes.  

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