Un inexplicable y evitable penalti cometido por Ander Capa en las postrimerías sobre Kike Barja fue el mejor regalo de centenario para Osasuna.
No perdonó Rubén García. No era un ‘pongo’ cualquiera. Los navarros encadenaban cuatro tropiezos en casa ante los leones. Eso sí, este 2020 ha sido rojillo con triunfo en San Mamés y El Sadar.
Celebraba Osasuna sus cien años de existencia y amaneció Pamplona engalanada, pese a que el ambiente en la capital navarra no está para mucha jarana por culpa del coronavirus. Piroctecnia por un tubo, himno interpretado por Serafín Zubiri y un invitado que no contribuyó a animar el ambiente. De hecho, el Athletic fue en El Sadar ese vecino quejoso, que amenaza con llamar a las fuerzas de seguridad e interponer una denuncia al mínimo ruido fuera de horario. Un 'cortarrollos' que aguó durante muchos minutos la celebración rojilla, ya de por sí descafeinada por la ausencia de su enfervorizada gente.
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No hubo fútbol, aunque sí alguna que otra trifulca que no se perdió Raúl García. El navarro entró feo a Aridane y le mandó a la caseta con sus pensamientos dirigidos a su inestable rodilla. El tedioso festival acabaría en el 82’ -no hubo nada reseñable antes- con Capa pasándose de frenada y la pierna más alta de lo reglamentario ante Kike Barja. Rubén García engañó a Unai Simón en la ejecución y dedicó el éxito a la afición.