Llega el mercado invernal y Valverde debe capear el temporal en sus comparecencias públicas. El técnico ha impuesto claramente un nuevo estilo y habla de todo con mesura. Es un entrenador de club, pero también el responsable de un buque que deberá llegar a buen puerto a finales de temporada. Por eso, sus mensajes medidos dejan entrever que está muy satisfecho con lo que tiene -entrenar a Messi es el sueño de cualquier técnico- pero también intuye carencias que pueden traer complicaciones en los momentos decisivos del curso. Y ayer afirmó que el Barça no puede debilitarse durante el mes de enero. Mensaje claro de que el club deberá firmar un central si se va Mascherano y, quizás, apretar para traer otro futbolista que dé clarividencia al fútbol ofensivo. Hubiese sido mejor en verano, pero el premio puede llegar justo cuando se deciden los títulos.
Valverde es consciente de que dispone de una plantilla demasiado amplia y plagada de jugadores que no acaban de marcar las diferencias. Tiene un once titular tipo, un fondo de armario más que aceptable y que va madurando a medida que pasa el tiempo, pero pocos recambios que marquen la diferencia. El equipo ha ido sumando con insultante facilidad, pero las piernas comienzan a cargarse y diciembre ya se está haciendo largo. Valverde quiere que el Barça salga fortalecido de este mercado y eso pasa por fichar calidad del centro del campo para arriba. Lo de Mascherano es solo una anécdota que sirve para susurrar fichajes.
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