No existen los exfumadores de la misma manera que no existen los exfutbolistas. Un exfumador es un fumador que ya no fuma y un exfutbolista es un futbolista que ya no juega. Ambos serán siempre fumadores y futbolistas. Por eso al fumador que ya no compra tabaco le molesta el humo: le recuerda que un día disfrutaba de los cigarrillos aún sabiendo que con cada calada moría lentamente.
Por eso la mayoría de futbolistas, para recordar que lo fueron, siguen vinculados al fútbol. El entrenador es el peor exfumador y se le rompe el alma cuando dice que “el fútbol es de los futbolistas”. Viven cerca del vestuario, pero no forman parte de él. Y muchos se inyectan la adrenalina que perdieron al colgar las botas buscando la luz del foco con actuaciones histriónicas en la banda o respondiendo preguntas ante la prensa. Mourinho eligió ser soez, Klopp optó por la hiperactividad y Guardiola ofrece clases magistrales de comunicación con cada uno de sus gestos y palabras. Luis Enrique acudía al dentista cada vez que ofrecía una rueda de prensa.
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Ernesto Valverde no dará conferencias ni alzará la voz. Tampoco se abrazará a la polémica ni usará el micrófono para condicionar o presionar a nadie. Por lo menos no parece ese su libro de estilo. Valverde es un futbolista que ya no juega a fútbol y se hizo entrenador para seguir abrazado al balón. Valverde ha devuelto el fútbol al césped y lo ha alejado de las ruedas de prensa.