Luis Enrique no se hablaba con Gerard, prueba de que algo no funcionaba entre el primer equipo y la cantera. El diálogo no es, por sí mismo, solución de nada, pero sí es un problema su ausencia. El asturiano no escuchaba a nadie y, si lo hacía, obraba en sentido contrario (Sergi Palencia es el mejor ejemplo). A Ernesto Valverde, que parte de cero, no se le puede exigir desde el primer día que ilusione a quienes forman el fútbol base, pero sí se le puede pedir que ponga las bases para que ello ocurra. La fórmula no es ningún secreto: el diálogo, una forma de comunicación bidireccional en el que ambas partes intentan construir un relato. Exhibir cantera en el primer equipo requiere tiempo, pero escuchar a quienes forman La Masia solo requiere la voluntad de quien mandará en el Camp Nou.
Valverde deberá reconstruir puentes
OPINIÓN
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