Como las chapas metálicas de los zapatos de claqué. Tic, tac, tic, tac. Las horas, los minutos y los segundos. Estamos en la cuenta atrás de uno de los partidos que altera el ritmo cardiaco. Como los tacos de las botas en el túnel de salida al campo. Allí donde los compañeros de selección se convierten en rivales, donde se saludan los técnicos que se han batido en las ruedas de prensa previas, donde se reza, se abraza y se avanza dando saltitos, con los labios apretados y la mirada fija en un punto. Concentración entre bambalinas. El telón se empezó a levantar hace semanas, con las habituales campañas desde Madrid, acongojado ante tres tenores que afinan mucho y se multiplican entre sí. Llega muy fino el equipo blanco, con un Cristiano en horas altas, y no pueden evitar poner el foco en la diva que aún le hace sombra. Unos lloran, otros callan. Todos bailan. Tic, tac, tic, tac. Tacones cercanos. El clásico al que el Barça llega líder y con Messi a una pirueta de batir el récord de Zarra. El dato frío que a muchos calienta.
Tic, tac, tic, tac...
OPINIÓN
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