Había muchas ganas de ver fútbol en directo, no enlatado. Ver encuentros de otras épocas, algunos incluso en blanco y negro, grandes finales o veladas históricas habían sido hasta ahora una alternativa a ese ‘mono’ que todos teníamos, pero ya sabíamos que no era lo mismo. El fútbol es el directo, la sorpresa, el no saber que pueda pasar, la polémica, no saber de antemano el resultado con el que acabaría el partido. Todo eso, podríamos decir, que era un simple engañabobos con el que hemos podido pasar los primeros meses de confinamiento.
De ahí que, el anuncio de una jornada completa de la Bundesliga, nos diera una cierta esperanza, ilusión, de que el fútbol regresaba y que podríamos volver a vivir, a sentir, esas sensaciones ya olvidadas. La cruda realidad nos hizo bajar de nuevo de las nubes.
Algo extraño
El fútbol por televisión, sin público y sometido a las estrictas y, a veces, incomprensibles medidas de seguridad sanitarias, no es el fútbol que todos queremos. Es un fútbol extraño. El Borussia Dortmund - Schalke 04 de la Bundesliga se parecía más a los encuentros entre socios que el Barcelona organiza cada verano para sus socios en el Camp Nou que en un duelo de alta competición. Y eso que en estos partidos de 'costellada' si que puede haber público, aunque sean familiares.
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Este fútbol de la nueva normalidad es extraño. Nos costará acostumbrarnos a ello. Nos falta el ambiente y todo aquello que ha convertido en el fútbol en un deporte de masas. Quizás los jugadores sean al final los que menos noten esta nueva manera de ver el fútbol profesional, pero áun así, todos, ellos también somos conscientes que tardaremos mucho en poder disfrutar del fútbol como hasta ahora lo habíamos vivido.