Se veía a venir y formaba parte de lo previsible. El retorno al Wanda Metropolitano de Griezmann después de su accidentado traspaso al Barça (¿algún día sabremos toda la verdad?) se tradujo en un festival del cabreo e insulto. No es lo mismos pitarle cada vez que tocaba el balón, cantar “¡Griezmann muérete!”, exhibir una pancarta gigante “querías tener un nombre y se te olvidó ser hombre” o lanzar un paraguas contra Messi.
Todo esto sucedió en poco más de 90 minutos y tendrá sus consecuencias como bien nos destacaban en Jugones “va a haber denuncia y podrían cerrar una parte del estadio, esa zona es reincidente y ya fue denunciada a la Liga por los insultos a Sergio Ramos”. Completó el panorama una especie de vejación a la placa de Griezmann ubicada en los aledaños del campo donde algunos dejaron ratas de peluche y latas de cerveza.
No deja de ser una muestra de libertad de expresión de mal gusto. Aun así no es de recibo que el reportero de “Deportes Cuatro” le preguntara a uno de los aficionados “¿está usted ‘decorando’ la placa de Griezmann?” cuando estaba vejándola. O que emitieran unas declaraciones en las que llamaba “perro” al jugador francés.
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Como tampoco es de recibo que nadie se cuestione como entró una pancarta machista de unos 60 metros de largo en el estadio y se desplegara tan tranquilamente. Quizás las ratas no solo eran de peluche.