El Barcelona está a las puertas de entrar en otra dimensión. Atrás quedarán las competiciones, el césped y la pelota y adelante dos meses de duro trabajo en los despachos. Es el momento de lidiar con representantes y jugar con las compras y las ventas. Ahora la presión llega a las oficinas de Arístides Maillol donde hay muchas, e importantes, decisiones que tomar. No será fácil conciliar los deseos de la afición con los del entrenador y con los timmings del departamento económico. Todo es un puzzle que Bartomeu, como viene siendo habitual, deja en manos de sus ejecutivos. A uno le recae el peso de las compras: A Robert Fernández, quien ha escuchado que fichar tanto fondo de armario ha servido de poco; y el otro para Raúl Sanllehí, a quien Bartomeu delega el reto de vender. Y de hacerlo bien. Ni en un apartado ni en el otro se escapan las comparaciones con el Madrid. Y quienes intentan ser ecuánimes también comparan a presidentes. Da igual. En todo caso, las comparaciones nunca pueden ser una guía. El Barcelona debe seguir su propio camino, según los condicionantes económicos. Y estos marcan una fecha que separa las compras de las ventas: el 1 de julio. El Barcelona debe vender bien y pronto para evitar que haya pérdidas en el balance de la temporada para luego estirar la manga en los fichajes.
Presión en los despachos de Arístides Maillol
OPINIÓN
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