ASÍ SE LAS ponían a Fernando VII. Esta frase se utiliza cuando alguien, por el trabajo de otros, encuentra muchas facilidades en la ejecución de un proyecto, y, en general, se dice en los casos en los que no hay ninguna dificultad para solventar un problema. Así podría definirse el partido que vivió el Madrid en la matinal de ayer en el Bernabéu ante el Granada y, muy especialmente, el portugués Cristiano Ronaldo que se dio un festín gracias a los Oier y compañía (por cierto otro acierto de Zubizarreta al darle la baja).
Sin desmerecer para nada la calidad y el acierto de Cristiano Ronaldo en cada uno de los cinco goles que marcó, pocos partidos encontrará el portugués tantas facilidades para incrementar su cuenta goleadora y su enorme ego personal. La victoria permitirá desde ayer y hasta nueva orden incrementar la cantinela que este Madrid es capaz de ganar los diez partidos -el primero ya lo ha hecho- que restan para terminar el campeonato y, por ende, ganar el título de Liga.
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La diferencia entre el vestuario blanco y el azulgrana es abismal. Nadie de la dirección técnica y de la plantilla barcelonista ha osado decir que son capaces de ganar todo lo que les queda hasta final de campeonato, ni incluso después de derrotarle en el clásico del Camp Nou quince días antes. Son maneras diferentes de entender el respeto a los adversarios.