El primer gran requisito de todo lanzador de penalti no es otro que estar plenamente convencido que va a marcar el gol. En caso contrario... que lo lance otro. Algo tan simple, a veces es muy complicado. Por ejemplo, cómo explicar que tres estrellas del calado de Messi, Neymar o Luis Suárez fallan de forma reiterada una pena máxima, y siguen ejecutándola. La confianza es la clave: un penalti no es más que un disparo fácil, a corta distancia y frente a una portería de grandes dimensiones. Las dudas, en la mayoría de casos, y la habilidad del portero hacen el resto. Por experiencia propia recuerdo que tras marcar un penalti, el siguiente lo lanzaba improvisando, apelando a la inspiración. En cambio, tras un fallo, siempre saltaba al campo sabiendo de antemano por dónde iba a disparar. A medida que las dudas eran mayores, la decisión era más clara: disparo fuerte y a romper. En un penalti, la mente manda.
En un penalti, la cabeza es decisiva
OPINIÓN
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