En el Camp Nou se escucharon tímidos silbidos contra Neymar. Muy tímidos. Pero se escucharon. Fueron los primeros que recibió el jugador brasileño. ¿Serán los últimos? Para animarlo, sus amigos Messi y Suárez le cedieron un penalti. Cuando lo normal hubiera sido que lo lanzara el uruguayo, que está luchando por el Pichichi y la Bota de Oro. Pero no. Le dijeron a Neymar. "¡Chútalo tú!". Y casi lo falla... Hubiera sido dramático.
La situación de Neymar en el Barça es complicada. Rodeado de miles de rumores, empieza a ser escrutado con lupa, como no lo había sido en los dos años y medio anteriores. Su bajón de rendimiento, ostensible, ha coincidido con las primeras filtraciones (¿interesadas?) sobre su vida privada. Y ya se han hecho las primeras 'conexiones' malintencionadas: "No rinde porque se pasa las noches de fiesta". Y los culés se echan las manos a la cabeza: "¿Un nuevo Ronaldinho?". No, por favor...
Neymar ha vivido en una fiesta constante desde que llegó a Barcelona. No es nada nuevo. Lo que es nuevo es que ahora empiezan a señalar su estilo de vida personal como la causa de su bajo rendimiento profesional. Pero a él, visto lo visto, le resbalan las críticas. Rodeado de 'toiss', sigue a lo suyo. Este domingo, por ejemplo, se escapó a Londres tras el entrenamiento para ir a una cena con sus amigos y después, evidentemente, a la discoteca. ¿Eso es malo? En principio, no. Pero, como dice el refrán, la mujer del César no solo debe ser honesta, sino parecerlo. Y esas salidas nocturnas de Neymar no son, en estos momentos, adecuadas.
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El FC Barcelona se está jugando la vida en esta recta final de temporada y los futbolistas deberían tener los cinco, los seis o los siete sentidos puestos única y exclusivamente en el fútbol. Ya llegará el momento, cuando se gane el doblete (que espero que se gane), de fiestas y homenajes. Ahora, como diría aquel, no toca.