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No, Neymar no es ningún capricho

OPINIÓN

Neymar quiere irse ya / | sport

Un Barça estéril, todavía en zona de nadie, empezó la temporada con una derrota todavía fácil de reparar pero que ya deja algunas dudas inquietantes. Porque si el equipo de Valverde perdió fue por su incapacidad de crear juego y, sobretodo, por su incapacidad de definir las pocas ocasiones que tuvo. Un medio campo inédito (De Jong, Sergi Roberto y Aleñá) se vio siempre superado por el vigor del Athletic, un club admirable que, año tras año, es capaz de ser fiel a su estilo y a su historia. Pero donde el Barça sucumbió de verdad fue en su delantera, donde se estrellaron Griezmann y Dembélé, incapaces de generar ningún peligro. No hay nada mejor que explique el problema con el gol que los dos palos: uno fue obra de un cojo (de Suárez cuando ya estaba lesionado) y el otro de Rafinha, un futbolista suplente y varias veces deshauciado, que sin embargo fue uno de los mejores. En su primer partido, Griezmann apareció desconectado del equipo y sin capacidad de tirar del carro cuando se quedó como única referencia, aunque se merece sin duda el margen de confianza de cualquier debutante. Menos tolerancia merece Dembélé, ya en su tercer año, eterna esperanza de crack pero que en San Mamés volvió a demostrar que todavía es, a día de hoy, un futbolista de fogonazos, pero descosido y anárquico, y muy lejos de poder ser resolutivo en los momentos clave. El Barça parece parado en el mismo punto de siempre: sin Messi (y Suárez, lesionado) pareció incapaz de marcar un gol. Quizás algunos empezarán a entender ahora que el fichaje de Neymar no era ningún capricho. O si no, ¿quien puede sacar las castañas del fuego cuando Messi no esté?

VALVERDE HACE LO QUE NO HIZO LOS DOS AÑOS ANTERIORES

Valverde quiso enviar un mensaje inequívoco en su alineación titular, de la que dejó fuera a Rakitic y Busquets, dos jugadores absolutamente indiscutibles hasta la pasada temporada. Fue un aviso de menor intensidad para el croata, que salió tras el descanso, y de gran calado para Busquets, que ni siquiera jugó. Lo cierto es que la decisión de Valverde, siendo dura y clara, tenía más destinatarios que los propiamente afectados. En el primer partido de temporada, tuvo un aire de dardo directo a la aristocracia de la plantilla, como si les quisiera decir que este año nadie, excepto Messi, va a tener el puesto asegurado. Lo cierto es que en el primer once de la temporada Valverde se atrevió a hacer lo que no quiso, o no pudo, en sus primeros dos años como entrenador.