Todo lo que ha rodeado a Ousmane Dembélé en los últimos seis meses carece de toda lógica y coherencia. Desde la fallida operación renovación o traspaso para evitar que pudiera marcharse gratis, hasta los partidos que permaneció apartado del equipo, muy a pesar de Xavi, su único valedor, pasando por el posterior perdón, regreso a las alineaciones y mejora en su juego, aunque no en su raquítico porcentaje de acierto goleador.
Y entre tanto, más negociaciones infructuosas y actitudes sorprendentes. Ofertas sin respuesta, plantones, sospechas de haber firmado ya por otro club... Y así hasta ahora, que vuelve a hacerle guiños al Barça aunque sea a través de vídeos caseros que véte a saber la credibilidad que tienen. La cuestión es que, contra todo pronóstico, parece, solo parece, que Dembélé no ha firmado con nadie y que en la últimas horas se le están cayendo las novias. Desde luego, su actitud y pretensiones económicas son para asustar a cualquiera.
Pregunta y reflexión
El caso es que el Chelsea se ha cansando y negocia con Sterling y que el PSG hace números y no le sale a cuenta pagar un contrato multimillonario a un futuro suplente de Mbappé, Messi y Neymar. Nadie se fía de Dembélé, todos recelan de que les esté utilizando para sacar más dinero a otros, algo que conoce muy bien el Barça. Y como su historial de lesiones tampoco ayuda, pues Ousmane vuelve a mirar al Camp Nou. Llegados a este punto, y con la sensación de que el Barça sería plato de tercera mesa, la pregunta es obligada: ¿Hay que quedarse con Dembélé porque nadie le quiere? Dicho así, suena duro. Pero inmediatamente surge una reflexión: Xavi le quiere y si no se le pagase ni un euro más de la última oferta como "premio" a sus desaires, seguramente sería más barato que fichar a Raphinha, que ya se ha puesto por las nubes. Las otras opciones son Di María o Alexis, que ya me dirán ustedes. De todas formas, todo eso vale para hoy. Mañana puede ser distinto, con Dembélé nunca se sabe. Con él siempre hay que hacer actos de fe.
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