Basta con escuchar a Koeman hablar en reiteradas ocasiones sobre la necesidad de no tener miedo y ser valientes sobre el terreno de juego para que a uno le entren los sudores fríos. De la misma forma que cada vez que Laporta ratifica a Koeman, tiendo a creer que el cargo del técnico está más cuestionado que nunca. Inmersos en un baile de temores y dudas, nada mejor que la disputa de un clásico para extraer conclusiones irrefutables.
No me cabe ningún género de duda que hoy, poco después del partido frente al Real Madrid, sabremos a qué atenernos en lo que resta de temporada.
La sensatez de Koeman
Koeman justificó sus temores más futbolísticos apelando a una de las grandes debilidades que exhibe el equipo en los últimos años. El desorden defensivo del Barça es evidente y las pérdidas de balón ante equipos de primer nivel se pagan con contras letales. Un escenario que el Madrid ha rentabilizado en más de una ocasión. Temores fundados que Koeman, y otros técnicos que le precedieron en el cargo, no han sabido subsanar. Pero el verdadero examen del neerlandés ante Laporta va más allá.
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Al equipo y, en consecuencia, a su técnico se le exige valentía a la hora de pelear por la iniciativa, ideas claras con o sin balón y una sensación generalizada de salir desde el minuto uno convencidos de ganar a cualquier rival. Algo que se cuestiona en los últimos duelos ante rivales de primer nivel. Y nada mejor que el Real Madrid para despejar las últimas dudas al respecto. Koeman ha ganado el tiempo y el silencio que solicitaba a su alrededor. Ahora falta que Laporta pase consulta y, tras la semana decisiva, dicte sentencia.