El equipo se sacó un peso de encima con la remontada ante el Sevilla pero todos los focos se han centrado, acertadamente, en Ronald Koeman por haber dado en la tecla para recuperar la mentalidad ganadora en el Barça. Es indudable que el entrenador ha hecho un buen trabajo en un año complicadísimo, pero sería injusto atribuirle todos los méritos de la noche mágica que se vivió en el Camp Nou. Koeman ha llevado estabilidad al vestuario. Ha conseguido que los futbolistas hagan piña y se sientan liberados, pero también ha contado con la ayuda de una plantilla que es mucho mejor de lo que el entorno ha dicho. En una temporada que se daba prácticamente por tirada tras el 2-8 ante el Bayern en la Champions, el club -o mejor dicho el área deportiva- ha sabido sentar las bases de un Barça de futuro que pinta muy bien. A este Barça casi ni se le pedían títulos, pero la pronta adaptación de alguna de estas incorporaciones ha acelerado el proceso de forma interesante. Con Messi en el campo, el equipo tiene ya una grandísima base para triunfar en el futuro.
PLANTILLA COMPENSADA
Las decisiones que se tomaron en verano -alguna de ellas discutidas- han acabado por conformar un proyecto interesante. Los Pedri, Araujo, Ilaix y compañía tienen calidad para marcar una década y el acierto ha sido tanto traerlos como apostar decididamente por ellos. Las cosas se han hecho de forma coherente y ha quedado una plantilla compensada que solo ha sufrido por las malditas lesiones. Tener a Ansu Fati parado tantos meses y a Piqué renqueante ha sido un traspié decisivo para haber hecho algo mucho más grande, pero eso no quita mérito a una planificación acertada.