El gran beneficiado de la sintonía futbolística entre Neymar y Suárez es el Barcelona y, en segunda instancia, Leo Messi. El argentino ha vuelto con menos presión que la que tenía anteriormente porque muchas veces se encontraba con la obligación de decidir él solo los partidos. Es lo que esperaban incluso sus propios compañeros. Esta exigencia ha disminuido con la llegada de Neymar y de Suárez. Ahora son más a repartirse esta obligación de marcar goles y Messi parece respirar algo más tranquilo. Es la impresión que da cuando uno le ve en el campo, riendo con los comentarios de uno y otro, abrazándose sin freno tras la consecución de un gol o cediendo al compañero la posibilidad de lanzar un penalti. Este cambio, sin embargo, no le ha hecho perder ni un ápice de su protagonismo ni de su liderazgo porque nadie duda quién es el número 1. No está en juego este rol, no lo persiguen ni Suárez ni Neymar porque solo quieren disfrutar a su lado, ganar títulos conjuntamente y disfrutar en el campo.
El mismo liderazgo, menos presión
OPINIÓN
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