Opinión
Juego, set y partido… ¡por la mitad!
Rafa Nadal, junto con David Ferrer y Carlos Moyá, durante el partido de Alcaraz de la Copa Davis / EFE
Rafa Nadal, el mejor deportista español de todos los tiempos, se ha retirado. Ese tenista que, joven, transgresor, insaciable y disruptivo, en la Francia que hoy le idolatra, sembró en sus inicios desconfianzas, dudas y chismorreos, pero acabó enamorando hasta llegar a provocar el debate nacional de si cabía substituir el nombre de Philippe Chatrier por el suyo para denominar la pista central de Roland Garros, nos dejó a escondidas.
Nadal se ha ido, o eso nos cuentan, porque por la hora en la que sucedió, solo pueden dar fe personas con insomnio, servidores públicos de sanidad en turno de madrugada, cuerpos de seguridad en activo o periodistas de guardia, y déjenme que les diga que tras una carrera de excelencia y épica como pocas se recuerdan, no se me ocurre una manera más fallida, errónea y disparatada de dejar el tenis profesional para siempre.
No era el lugar: Málaga es una ciudad preciosa, pero no destaca por mantener una relación conocida y reconocida ni con el jugador ni con el mundo del tenis que la conviertan en sede idónea para su adiós. No era el torneo: La Davis, ahora reconvertida con calzador en copa mundial del tenis, es un campeonato demodé, venido a menos, con dificultad de encaje en la vorágine profesionalizada y multimillonaria del tour ATP, un torneo que lleva muchos años intentando reinventarse con más pena que gloria hasta el dudoso formato actual. No era el rival: Países Bajos hace 25 años que no cuenta con ningún tenista entre el top10 de la ATP, y con una selección de jugadores prácticamente desconocidos incluso entre los que gustamos del deporte de la raqueta, nos sacó de en medio, sin rubor, a las primeras de cambio.
Y el resultado de todo ello fue igualmente furtivo, casi clandestino, desangelado… Una vez consumado el drama de la eliminación, un video impropio de su grandeza, un discurso donde sobró razón y faltó, y mucho, emoción, y el olvido más fatal a tanto desatino: Sus rivales. Nadal ha luchado contra los mejores de todos los tiempos doblegándolos de manera ejemplar en mil batallas y ahí se forjó su grandeza, una grandeza que olvidó mentar en el momento crucial.
Lo dicho, todo al revés, tanto que, en la bola decisiva que marcaba su adiós definitivo, él, roto por la mitad, ni participaba ni estaba sobre la pista. Miren, al final, ganar o perder en el partido que marca tu adiós no es trascendente, la magnitud del deporte es eso, pero en ese último juego has de participar, terminándolo enfundado en un abrazo con tu oponente en un acto de recuerdo, respeto y proyección hacia el infinito. Y él, no lo vivió.
- Lío por Koundé: Flick cierra filas y da máximo apoyo al francés
- Recado de Gavi a Koundé por su fallo en el gol del Celta
- ¡Vinicius la lía en Butarque ante el Leganés!
- Frenkie de Jong naufraga y acaba señalado: 'Fuera
- Amaia Montero reaparece con este cambio físico: '¿Esta chica quién es?
- Flick, muy enfadado, habló con los jugadores tras el empate
- Leganés - Real Madrid, en directo: resumen, resultado y goles | LaLiga
- Neymar se ofrece: 'Con 32 años y libre, es un regalo