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Halldorsson se lo contará a sus nietos

OPINIÓN

El momento en el que Halldorsson rechaza el penalti lanzado por Messi / | sport

Islandia tiene más volcánes que jugadores, juega un fútbol rústico, tiene un estilo primitivo, no tiene tradición pelotera, tampoco potencial económico, ni grandes recursos, ni por supuesto, grandes estrellas. Y sin embargo, juegan con pasión, con entusiasmo, con el corazón del tamaño de un melón. Si en la Eurocopa se ganaron la admiración del viejo continente, hoy han vuelto a tirar de ‘hype’ para asombrar al mundo arrancando un empate a Argentina. Sí, estos vikingos no son los más estéticos, ni los más vistosos, ni los más talentosos, pero compiten poniendo el alma en cada pelota. Cuando tocó ser valientes, lo fueron y encontraron su gol; y cuando tocó atrincherarse, defendieron su área como si fuera el abismo de Helm. Finbogasson, Gunnarsson, Sigurdsson o Bjarnason. El orden de los apellidos no altera el producto. Un bloque compacto, generoso, unido, consciente de sus limitaciones.

El papel de Argentina

Argentina estuvo gris, plomiza y previsible. Es un conjunto de estrellas sin patrón de juego, ni idea futbolística, ni espíritu de equipo. El plan es Messi. El A, el B y el C. Así, hasta la última letra del abecedario. Messi tiene que retrasar su posición veinte metros, tiene que armar la jugada, tiene que tirar la pared, tiene que desmarcarse, tiene que asistirse y tiene que finalizar. Si Argentina le encuentra socios, pasará de fase. Y si los compañeros no son capaces de ayudarle, al menos, que no le estorben. Esta es la historia interminable: Batista, Patón Bauza o Sampaoli, no importa el inquilino del banquillo, la idea no cuaja. Si Messi está inspirado, acude al rescate. Y si no lo está, la nave naufraga. Esta vez fue lo segundo. Halldorsson podrá contarle a sus nietos que le detuvo una pena máxima al mejor de todos los tiempos y Argentina, para su desesperación, empató contra un país que tiene más volcánes que habitantes. Es lo que tiene poner toda la presión sobre Messi: que, a veces, es demasiado hasta para Messi. No sería extraño, visto lo visto, que en las próximas horas muchos argentinos vuelvan a culpar a Messi haciendo gala de su condición de campeones del mundo del insulto. La verdad es que, de no ser por Messi, habrían visto el Mundial por TV.